Nayara Ibarbia murió en abril de 2017 en Córdoba cuando Gustavo Villarreal estrelló su Fiat Uno contra un camión. Las pericias y los chats que revelaron el crimen.
Nayara Ibarbia tenía 17 años cuando perdió la vida en un violento choque. El 26 de abril de 2017, pasadas las 22, el Fiat Uno blanco que manejaba Gustavo Fabián Villarreal -su por entonces pareja de 28 años- quedó estrellado contra un camión municipal que estaba estacionado frente a una gomería de la localidad cordobesa de Monte Maíz.
Nayara sufrió graves traumatismos. Tuvo pérdida de masa encefálica y quedó internada en coma. Murió nueve días después. Su novio apenas tuvo alguna que otra fractura, nada de gravedad.
Desde entonces, la familia de la adolescente denunció que el choque había sido provocado para matarla. Luego de seis años, la Justicia le dio la razón: Villarreal fue condenado a prisión perpetua.
En un primer momento, la causa fue caratulada como “homicidio culposo”. En mayo de 2020, la fiscal de instrucción Isabel Reyna cambió la acusación a “homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”. Desde ese momento, Villarreal quedó detenido en la cárcel de Villa María.
Este cambio fue clave para que la Cámara del Crimen de Bell Ville y el jurado popular tomaran la decisión de condenar en fallo unánime al por entonces novio de Nayara por femicidio.
Para los familiares de la joven, el choque sobre la calle Corrientes al 1500 de la localidad del sur provincial no había sido una accidente y apuntaron contra Villarreal porque sabían que ella lo quería dejar.
La sospecha siempre fue que aquella noche direccionó intencionalmente el Fiat Uno contra el camión. El auto quedó con el frente completamente destrozado. Nayara viajaba en el asiento del acompañante y se llevó la peor parte.
“El auto fue el arma. Nadie me podrá devolver a mi hija pero al menos tenemos un poco de paz en nuestro corazón. Estamos conformes con la sentencia. Fueron años muy duros para poder llegar a demostrar el asesinato”, señaló Valeria Contín, mamá de Nayara.
“De 2017 a 2020 Villarreal estuvo libre, se reía de nosotros en la calle. Hemos pasado por cosas muy feas”, agregó en diálogo con La Voz, sobre el padecimiento de la familia durante todos esos años de espera.
Unos mensajes de WhatsApp daban indicios. Según la querella, se analizaron conversaciones de la pareja durante los últimos 13 días antes del choque. Allí existieron “constantes círculos de violencia”.
La pericia mecánica, además, confirmó que no existió frenada ni huella de esquive en el momento del accidente. Los testigos del hecho manifestaron que primero escucharon una acelerada del auto y luego una explosión contra el camión.
Hubo más indicios para determinar la culpabilidad de Villarreal. Contaba con denuncias de dos ex parejas anteriores. Además, en el examen de la pericia psicológico se lo definió como “una persona desafectivizada, sin ningún tipo de empatía con la otra persona, narcisista y psicópata“.
Conocida la condena, la abogada querellante, Eugenia Fernández, puso énfasis en la modalidad del femicidio y alertó: “Es un caso referente donde se ha demostrado el contexto de violencia de género más allá de las circunstancias propias del hecho”.