La vicepresidenta teme que el kirchnerismo quede tercero. El libertario logra dividir a JxC y sueña con llegar al balotaje.
Era sabido que si Cristina Kirchner resignaba su tiempo para dar una extensa entrevista como la que dio la semana pasada, más allá que se asimilara a una charla con allegados en su despacho del Instituto Patria, era con el fin de bajar un mensaje político. Dejó en claro que su estrategia comunicacional pasa por subir las acciones del libertario Javier Milei con un solo objetivo: relegar a Juntos por el Cambio a un tercer lugar para que no ingrese al balotaje presidencial. Toda una manifestación de debilidad.
“Estas elecciones van a ser atípicas. Son elecciones de tercios, donde lo importante más que el techo es el piso para entrar al balotaje”, afirmó.
“No veo tres tercios matemáticamente, porque mis últimos trabajos le dan a Juntos por el Cambio 35% y respecto a Milei hay 8 puntos de diferencia. Son tres partes. Pero para el oficialismo hoy todo es un riesgo, incluso inflar a Milei, que era una amenaza para la oposición pero se ha filtrado en sectores de clase media baja, y baja, y es una amenaza también para el oficialismo”, describe a Clarín el consultor Carlos Fara, presidente de Fara & Asociados.
Para Fara es claro que la apuesta de Cristina “es poner las cosas muy blanco sobre negro, asegurarse llegar al balotaje a través de una versión moderada del Frente de Todos y tener enfrente a Milei, que es un interrogante absoluto desde todo punto de vista”. La versión moderada cierra si el candidato presidencial del kirchnerismo fuera Sergio Massa o Eduardo “Wado” de Pedro. No lo es si el elegido es Axel Kicillof, a quien consideran ultracristinista pero que le sería prácticamente imposible pescar votantes moderados.
“Sabemos que las cosas están muy mal y que no hay mucho por hacer de acá a las elecciones. Pero aún así, ¿a quién votarías si la opción es Massa o Milei?”, resume un operador kirchnerista. Esa es la fantasía cristinista, llegar a un dilema semejante como en algún momento lo tuviera la sociedad francesa. Cuando en 2017, en una segunda vuelta, tuvieron que disputar la presidencia el dirigente de centro Jacques Chirac y el ultraderechista Jean Marie Le Pen. Que ganó Chirac por más del 82%, con el voto de la izquierda gala que llamó a votar por él.
La entrevista con C5N fue también la segunda oportunidad en que Cristina alude a Milei, sin nombrarlo. La anterior, en el acto en La Plata, donde se refirió a “mamarrachos que andan diciendo que la casta tiene miedo”. Difícil para el relato ideológico del kirchnerismo y los enemigos definidos que tiene, no mencionar a Milei ni siquiera enfrentarlo periódicamente.
El libertario tiene una larga lista de motivos para ser repudiado por el kirchnerismo: alude al terrorismo de Estado de la última dictadura como “una guerra”; asegura que “es una mentira” el número de 30 mil desaparecidos; asesoró al diputado nacional Antonio Domingo Bussi, ex general acusado de crímenes de lesa humanidad durante el régimen militar; lleva como candidato en Tucumán a su hijo, Ricardo Bussi, que pregona la libre portación de armas; y lleva como vice a Victoria Villarruel, que rechaza algunas condenas a militares por la represión ilegal y manifestó que si de ella dependiera, derogaría la ley que despenaliza el aborto. Sin embargo, excepto algunas excepciones, ni Cristina Kirchner lo menciona, salvo para subirlo al podio electoral.
En paralelo, Milei ha logrado dividir a Juntos por el Cambio, que está preso del laberinto propio de la falta de un líder o de una mesa colegiada con un liderazgo definido. Horacio Rodríguez Larreta, el radicalismo y Elisa Carrió han sido víctimas permanentes de los agravios de Milei. A Larreta le ha dicho “zurdo de mierda” y “sorete”; a los radicales “inútiles”, al punto de negarle el saludo en un estudio de TV a Martín Lousteau; y sobre Carrió dijo que si ella fuera presidente se exiliaría porque es parte de la casta y “hace 30 años que vive de la política”.
En cambio Mauricio Macri y Patricia Bullrich han enviado varias veces gestos de acercamiento al líder de la Libertad Avanza, porque su perfil se mimetiza más con el votante de derecha. Joaquín de la Torre, cuando aún estaba en carrera para ser el candidato de Patricia en las PASO de la coalición opositora, pregonaba que había que ir a una alianza con Milei.
En tanto el expresidente, el mes pasado, hizo lo mismo que Cristina Kirchner: subir a Milei al podio. Consideró que en el balotaje presidencial estarían el candidato o candidata de Juntos por el Cambio y Milei, relegando al kirchnerismo al tercer lugar.
Lo que también ha empezado a hacer Macri hace varios meses, incluso antes de anunciar su declinación de la candidatura presidencial, fue definir sus preferencias. Al menos a tres importantes dirigentes del PRO, con perfil nacional y bonaerense, les ha pedido que apoyen la candidatura de Bullrich y les ha deslizado que podrían llegar a ser parte de un eventual gabinete de la ex ministra de Seguridad, si llega a la Casa Rosada. Si bien Bullrich se ocupa de aclarar que a ella nadie le arma los equipos, Macri ha manifestado: “Yo voy a tener que ver más con el armado de gabinete de Patricia, no con el de Horacio si llega”.
Esto abre un escenario incierto, en el que ya no basta con la marca Juntos por el Cambio para garantizar los votos. Hoy no hay certeza que la sumatoria de votos de Larreta, Bullrich y Gerardo Morales o Facundo Manes vaya a parar al ganador de las PASO en JxC. Lo más probable, se estima, es que haya fuga.