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De Mataderos al mundo: la historia de Guaymallén, el alfajor de barrio que se exporta a Estados Unidos

En los 80, se vendían 20 por un austral en las estaciones. En 2014, el Chino Maidana le dio un mordisco a uno tras pelear con Mayweather en Las Vegas. Y nació el interés por la golosina porteña en el exterior.

Esta historia, como cada historia, tiene un comienzo. Una primera escena: Ulpiano Fernández, hijo de españoles, vecino de Sarandí, camina con su esposa por Constitución. Andan de paseo. Es 1944. Todo normal hasta que se cruza con un vendedor ambulante de alfajores artesanales. Y a Ulpiano, que es corredor de un contador, pero en el fondo es más busca que otra cosa, se le viene una idea.

Ulpiano vuelve a mirar al vendedor ambulante, piensa en sus ahorros, en los conocimientos de su cuñado (es confitero) y le dice a su mujer: “Tenemos que empezar a hacer alfajores”. Lo dice seguro, como hablan los ganadores.

Meses después, abren la primera fábrica en el piso de arriba de una panadería de Bajo Flores, de la calle Tandil. La llaman “Guaymallén”. Más adelante “se independizan” de la panadería y se mudan a Flores, sobre Boyacá.

Ulpiano Fernández, el creador del Guaymallén, junto a su familia.

Ulpiano Fernández, el creador del Guaymallén, junto a su familia.

El próximo paso es en Mataderos, en 1972. Una fábrica que sigue creciendo y que comienza a comprar sus propiedades vecinas, hasta ocupar dos manzanas.

La semana pasada, en el marco de la semana del alfajor, en la fábrica de Guaymallén festejaron a lo grande. Con lo que podría ser el cierre de la última escena, o mejor dicho del último capítulo: un envío de 250 mil alfajores a Estados Unidos. Es el quinto que hacen. Sacan uno cada quince días.

“Cada exportación es un orgullo para toda la familia”, cuenta Hugo Basilotta, vicepresidente de Guaymallén, y ex yerno de Ulpiano, que falleció en 2010. “Murió a sus 96 años. Y hasta los 95, venía a la fábrica todos los días. Hubiese sido lo máximo que estuviera con nosotros para festejar la internacionalización de la marca. Lo contento que se hubiera puesto de ver sus alfajores en Estados Unidos…“.

Hugo Basilotta nota en la fábrica de alfajores Guaymallen fabrica Guaymallen. Foto Fernando de la Orden

Hugo Basilotta nota en la fábrica de alfajores Guaymallen fabrica Guaymallen. Foto Fernando de la Orden

Según la Asociación de Distribuidores de Golosinas, Galletitas y Afines (ADGYA), en la Argentina se venden entre 12 y 13 millones de alfajores diarios, que representan 2.190 millones al año.

Guaymallén, por su parte, elabora 2 millones cada 24 horas, y está a la espera de la inauguración de una nueva planta en Carlos Spegazzini (Ezeiza) en la que aspira a producir un millón más. Además, la empresa tomará cien nuevos empleados (hoy son 200).

En las últimas semanas, el portal infokioscos.com.ar difundió una encuesta en la que participaron 300 comercios: Guaymallén fue el alfajor más elegido como “el favorito de los argentinos”. Lo siguieron Jorgito y Fantoche.

Los tuits de Hugo Basilotta, el dueño de Guaymallén. (Twitter)

Los tuits de Hugo Basilotta, el dueño de Guaymallén. (Twitter)

Guaymallén no es el único alfajor que llega al extranjero. Havanna exporta 10 millones de unidades al año. Brasil, Colombia, Canadá y Estados Unidos son algunos de sus destinos.

“Empezamos por el país más difícil”, dice Lorena Basilotta, a cargo del área Exportaciones. “En Estados Unidos hay infinidad de productos, y las mejores golosinas. Además consumen todo con nutella. Digamos que comenzamos con un envío chico, para ver cómo funcionaba. No esperábamos todo lo que nos está pasando”.

Comenzaron enviando el tradicional. El simple. El de dulce de leche, el de chocolate y el de fruta (hasta ahora el más consumido en los Estados Unidos). Ahora llegó el turno de sumar el denominado “De Oro”.

Guaymallén empezó exportando el alfajor simple, el más tradicional. Foto Fernando de la Orden

Guaymallén empezó exportando el alfajor simple, el más tradicional. Foto Fernando de la Orden

En las últimas semanas recibieron correos de interesados desde México, Perú e Israel. Otro objetivo es llegar a Paraguay, Chile y el Mercosur. Y prácticamente ya están pactados los primeros envíos a España e Italia.

“Es llevarles nuestra bandera; un producto bien argento. Es el alfajor de nuestro barrio en Estados Unidos. Somos todos de Mataderos, y nunca nos fuimos de acá. Si no fuera por aquellos pequeños clientes, tal vez nada hubiese sido posible”, cuenta Lorena.

El Guaymallén y sus embajadores: de los buscas al Chino Maidana

Cuando Lorena dice “pequeños clientes”, se refiere a una camada de buscas que popularizaron el producto. Lo vendieron en colectivos, trenes, subtes, esquinas y puestos ambulantes. Fue en 1983.

Hugo Basilotta recuerda el comienzo: “llegaron cuatro hombres en un Falcón azul. Se presentaron en la puerta y pidieron hablar con algún encargado. Al principio, me dio un poco de miedo: recién había vuelto la democracia, pero los Falcon seguían generando cosas. La cuestión es que se presentaron diciendo ser vendedores ambulantes de Retiro, y que querían comprar para vender en sus puestos”.

La primera compra fue a la mañana. Se llevaron 50 cajas de 60 alfajores cada una. Pagaron en efectivo y cargaron todo en una auto. A la tarde, regresaron en una camioneta. Compraron 150 cajas más.

A las semanas, aparecieron vendedores de Once, Liniers, Constitución. A los meses, del Conurbano. Antes de los buscas, la producción era de 5 mil cajas diarias. Con ellos, pasó a 45 mil.

Vendían 20 alfajores por un austral. Fue el comienzo de la locura”, sigue recordando Basilotta padre. “Los vendedores necesitaban el producto a primera hora, y a veces se quedaban a dormir en la puerta de la fábrica, esperando los pedidos. Sumamos un turno más de producción, de madrugada. Y con mi suegro tuvimos que empezar a viajar. Fuimos a ferias de Alemania y Estados Unidos, a buscar maquinarias nuevas”.

La fábrica de Guaymallén tuvo que ampliarse varias veces para satisfacer una demanda creciente. Foto Fernando de la Orden

La fábrica de Guaymallén tuvo que ampliarse varias veces para satisfacer una demanda creciente. Foto Fernando de la Orden

El fuerte de los buscas duró hasta mediados de los 90, cuando aparecieron las distribuidoras y muchos más kioscos. Ellos impulsaron la segunda ola de popularidad, porque hubo otra antes.

La primera había llegado por el fútbol. Colocaron un cartel de publicidad en el estadio de Ferro y la manga del de Boca por la que salían los futbolistas decía “Guaymallén”. Además, tuvieron puestitos de venta en los alrededores de varios estadios.

El tercer auge publicitario fue internacional. Fue el 3 de mayo de 2014, en Las Vegas, Estados Unidos.

Esa noche, ante cerca de 30 millones de personas que miraban la transmisión desde los cinco continentes, el boxeador Marcos “el Chino” Maidana le pegó un mordisco a un Guaymallén de dulce de leche.

“One moment, one moment, Guaymallén”, le dijo Maidana a Jim Gray, histórico presentador de peleas, luego de sus 12 rounds con Floyd Mayweather.

Días después, a la fábrica de Mataderos llegaron los primeros contactos desde los Estados Unidos. Correos electrónicos en los que preguntaban por el alfajor, y una posible exportación.

“Una de las razones por las que nos demoramos es porque nunca quisimos descuidar el mercado local. Ni bien podamos inaugurar la nueva planta, vamos a crecer más en el exterior”, retoma Lorena. En los últimos tiempos, en la Argentina tienen una demora de entrega de dos semanas. La demanda creció durante la pandemia.

Un tuit de Hugo Basilotta, el dueño de Guaymallén, comparando lo que cuesta uno de sus alfajores en los Estados Unidos con el precio argentino. (Twitter)

Un tuit de Hugo Basilotta, el dueño de Guaymallén, comparando lo que cuesta uno de sus alfajores en los Estados Unidos con el precio argentino. (Twitter)

Basilotta padre cuenta su doble sensación: contento por las ventas, pero triste porque sabe que muchos argentinos, con la crisis, pasaron a cenar y a almorzar sus alfajores. De ahí el aumento en la producción.

El alfajor Guaymallén se consigue a unos 20 pesos.

El alfajor Guaymallén se consigue a unos 20 pesos.

El alfajor que hoy llega a los Estados Unidos, se consigue a alrededor de $ 20 en un supermercado chino de la Ciudad de Buenos Aires. El precio marca uno de los secretos: ganancia en la cantidad (de un 5 o 6%).

En los Estados Unidos, puede venderse a dos o tres dólares. Es el mismo producto que estuvo, y está, en los colegios, en los cumpleaños, en los buffets de los clubes de fútbol. El mismo que Basilotta envía, a modo de donación, a comedores, merenderos y escuelas rurales, cada vez que le piden. “Llegamos a todas las clases sociales. Somos bien argentinos, como el asado”, cierra.

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