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El 90% de los infartos y ACV se deben a 9 factores de riesgo: cuáles son y cómo prevenirlos

En ellos hace hincapié una actualización de la Guía de prevención de enfermedades cardiovasculares de la Sociedad Europea de Cardiología.

Las causas que ponen en riesgo al corazón también amenazan la salud del cerebro. El 90% del riesgo que sufrir un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o enfermedad arterial periférica (EAP) se explica por 9 factores que pueden modificarse con la incorporación de hábitos saludables y, en el caso de ser necesario, medicación.

Pese a que se trata de causas conocidas desde hace décadas, “la prevalencia de estilos de vida poco saludables sigue siendo alta y los factores de riesgo a menudo se tratan mal, incluso en pacientes que se considera que tienen un riesgo elevado”, advierte la actualización de la Guía de prevención de enfermedades cardiovasculares de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés).

El documento que acaba de publicarse en European Heart Journal contó para su elaboración con la participación de la ESC y 12 sociedades médicas.

9 factores de riesgo

Las pautas consignadas allí se centran en la prevención de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica. Es que a medida que el interior de las arterias se obstruye con depósitos de grasa, ya no pueden suministrar suficiente sangre al cuerpo. Ese proceso es la principal causa de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, EAP y muerte súbita.

De acuerdo a las nuevas guías -la anterior versión era de 2013-, la forma más importante de prevenir esas afecciones que pueden ser fatales es “adoptar un estilo de vida saludable durante toda la vida, especialmente no fumar, y tratar los factores de riesgo”.

Además del tabaquismo, esos factores de riesgo son: los malos hábitos alimenticios, la falta de actividad física, la obesidad abdominal, la presión arterial alta, los niveles elevados de lípidos en sangre (como colesterol y triglicéridos), la diabetes, factores psicosociales (como el estrés) o el consumo de alcohol.

Se trata de factores de riesgo modificables a través del cambio de hábitos vinculados al estilo de vida. En los casos en que eso no es suficiente, el profesional de la salud puede indicar también medicamentos efectivos y seguros para controlarlos.

Dejar de fumar, la medida más eficaz. Foto Shutterstock.

Dejar de fumar, la medida más eficaz. Foto Shutterstock.

Dejar de fumar

Dejar de fumar es potencialmente la más eficaz de todas las medidas preventivas, ya que deriva en reducciones sustanciales de ataques cardíacos o muerte, destacan las guías.

El riesgo de enfermedad cardiovascular en fumadores menores de 50 años es cinco veces mayor que en los no fumadores. “Se debe alentar a todos los fumadores a dejar de fumar y se debe evitar el tabaquismo pasivo siempre que sea posible”, subrayan los autores. Y recomiendan explícitamente dejar de fumar independientemente del aumento de peso.

Respecto del reemplazo del cigarrillo tradicional por cigarrillos electrónicos, señalan que los efectos a largo plazo sobre la salud cardiovascular y pulmonar no están claros y “se debe evitar el uso doble con cigarrillos de tabaco”.

Mínimo, de 150 a 300 minutos de actividad física a la semana. Foto Shutterstock.

Mínimo, de 150 a 300 minutos de actividad física a la semana. Foto Shutterstock.

Ejercicio

Con respecto al ejercicio, en línea con otras guías internacionales, el documento aconseja a los adultos de todas las edades realizan al menos 150 a 300 minutos a la semana de intensidad moderada, o 75 a 150 minutos de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa o una combinación equivalente.

Se recomienda, además, reducir el tiempo sedentario y realizar al menos una actividad ligera a lo largo del día. Y considerar el uso de rastreadores de actividad portátiles (como contadores de pasos) para aumentar la actividad.

“Lo más importante es fomentar la actividad que las personas disfruten y/o puedan incluir en sus rutinas diarias, ya que es más probable que sean sostenibles”, destaca.

La alimentación saludable, clave. Foto Shutterstock.

La alimentación saludable, clave. Foto Shutterstock.

Alimentación saludable y restringir el alcohol

En cuanto a la nutrición, se recomienda una dieta saludable a todas las personas para prevenir las enfermedades cardiovasculares.

Los consejos en ese sentido se resumen en: enfatizar los alimentos de origen vegetal, incluidos los cereales integrales, frutas, verduras, legumbres y frutos secos.

Además, las nuevas recomendaciones incluyen la adopción de una dieta mediterránea o similar; restringir la ingesta de alcohol a un máximo de 100 gramos por semana (una bebida estándar contiene de 8 a 14 gramos); comer pescado, preferiblemente graso, al menos una vez a la semana; y restringir el consumo de carne, particularmente carne procesada.

La grasa abdominal en exceso, parámetro de riesgo . Foto Shutterstock.

La grasa abdominal en exceso, parámetro de riesgo . Foto Shutterstock.

Bajar de peso

En términos de peso corporal, se recomienda que las personas con sobrepeso y obesidad pierdan peso para reducir la presión arterial, los lípidos en sangre (colesterol y triglicéridos) y el riesgo de diabetes. Mantener esos parámetros bajo control reduce la probabilidad de enfermedad cardiovascular.

Por primera vez, las pautas establecen que se debe considerar la cirugía bariátrica para las personas obesas con alto riesgo de enfermedad cardiovascular, siempre y cuando una dieta saludable y el ejercicio no den como resultado una pérdida de peso sostenida.

El estrés también impacta en la salud cardiovascular. Foto Shutterstock.

El estrés también impacta en la salud cardiovascular. Foto Shutterstock.

Bajar la ansiedad

Los trastornos mentales como la ansiedad se asocian con un mayor riesgo para el corazón y el cerebro y con un peor pronóstico para aquellos que ya tienen diagnóstico de alguna enfermedad cardiovascular.

Una nueva recomendación es brindar un apoyo intensificado a los pacientes con estas afecciones para mejorar la adherencia a los cambios en el estilo de vida y el tratamiento farmacológico. Y también se aconseja considerar la derivación a otros profesionales para el manejo psicoterapéutico del estrés en pacientes con enfermedad cardiovascular y estrés.

Riesgo y decisiones personalizadas

Las guías proporcionan recomendaciones para adultos sanos de todas las edades, así como para pacientes con enfermedades cardiovasculares o diabetes ya establecidas.

Los autores consideran que identificar quiénes beneficiarán más de los tratamientos preventivos (para la presión arterial o el colesterol, por ejemplo) es fundamental, por lo que consideran a la estimación del riesgo cardiovascular la piedra angular de las pautas.

Las directrices actuales introducen un enfoque gradual para intensificar los tratamientos preventivos, siempre teniendo en cuenta el beneficio potencial, otras afecciones, factores psicosociales y las preferencias del paciente.

En personas sanas, por ejemplo, el enfoque gradual comienza con recomendaciones para todos: dejar de fumar, adoptar un estilo de vida saludable y mantener la presión arterial controlada . Luego, las recomendaciones se adaptan de acuerdo con el riesgo cardiovascular a 10 años (calculado por un profesional de la salud utilizando las puntuaciones de riesgo disponibles).

“Las decisiones individualizadas que utilizan la estimación del riesgo y un enfoque gradual de las terapias son más complejas que un enfoque único para todos, pero reflejan la diversidad de pacientes y sus características en la práctica clínica diaria, y es esencial para brindarles el tratamiento adecuado a cada uno”, afirmó uno de los líderes del grupo de trabajo, el profesor Frank Visseren, del Centro Médico Universitario de Utrecht (Países Bajos).

En ese sentido, las guías incluyen una nueva sección dedicada a la comunicación de riesgos en el proceso de toma de decisiones compartida. El objetivo es que las personas comprendan su riesgo, la reducción anticipada del riesgo con acciones preventivas, los pros y contras de la intervención y sus propias prioridades.

Políticas cardio-friendly

Las guías también incluyen recomendaciones de políticas población para mejorar la salud del corazón y promover opciones saludables que incluyen medidas para reducir la contaminación del aire, reducir el uso de combustibles fósiles y limitar las emisiones de dióxido de carbono.

Asimismo, impulsan una mayor disponibilidad de espacios en los patios de recreo de las escuelas y una legislación que restrinja la publicidad de alimentos no saludables para la infancia en la televisión, Internet, las redes sociales y los envases de alimentos.

En cuanto a los cigarrillos electrónicos, sostienen que son adictivos y por lo tanto deben estar sujetos a controles de marketing similares que los cigarrillos tradicionales, especialmente las variedades saborizadas que atraen a los consumidores más jóvenes. Además, apuntan que se puede considerar etiquetar el alcohol con contenido calórico y advertencias sanitarias.

“La prevención de las enfermedades cardiovasculares requiere un enfoque integrado e interdisciplinario que coloque a las personas y a los pacientes en el centro y considere otras condiciones de salud y factores ambientales, incluida la contaminación del aire”, resumió el profesor François Mach del Hospital Universitario de Ginebra (Suiza), quien también lideró la elaboración de las guías.

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