Son dos compromisos asumidos en el pre-acuerdo con el Fondo Monetario. Menos pesos al Tesoro y más premio a los que ahorren en moneda local.
El Banco Central jugará un rol decisivo para que el Gobierno pueda cumplir las metas a las que se comprometió en el principio de acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional. Básicamente, porque tendrá que poner al mínimo los motores de la emisión monetaria que estuvieron funcionando a marcha máxima desde diciembre de 2019.
También deberá subir las tasas de política monetaria para garantizar que los intereses que cobren quienes invierten en pesos (desde el humilde plazo fijo hasta el que compra bonos del Tesoro y, se supone, los bancos que compran Leliqs) supere a la tasa de inflación esperada.
En este punto, según comentaron a Clarín fuentes del organismo, el Banco Central está esperando ver la tasa de inflación de enero antes de actuar, es decir, antes de volver a subir la tasa de interés de política monetaria.
El Central subió de 38 a 40% la tasa nominal anual de las Leliq hace tres semanas. Esa tasa equivale al 48,29% efectivo anual. La inflación anual esperada para 2022 es, por ahora, del 54,8% anual, según el último relevamiento de expectativas de mercado que realiza, precisamente el Banco Central.
Si esas estimaciones privadas son correctas, hoy la tasa de interés sigue siendo negativa.
Funcionarios del BCRA dicen, aún hoy, que el REM está proyectando una inflación excesivamente alta. “Nosotros creemos que va a ser menor. Más ahora, que puede haber una mejora importante en las expectativas, tras los anuncios del pre acuerdo con el FMI”.
La verdad es que el REM, un año atrás, proyectó casi con exactitud la inflación que se esperaba para 2021. A fines de diciembre de 2020, los analistas del mercado proyectaron que la inflación minorista para diciembre de 2021 se ubicará en 49,8%. La realidad del INDEC marcó 50,9%. Le erraron por menos de un punto en una variable que subió más de 50 puntos.
En el Central dicen que es muy difícil hacer una proyección de la inflación a un año porque hay factores inmanejables -clima, inflación global, demanda puntual de un producto como la carne- que impiden tener certeza en los pronósticos.
Como sea, es indudable que el BCRA deberá dar un apretón monetario importante en términos de tasa, aunque desde ya lo más duro pasará por cerrar el circuito que manda pesos desde el Central directamente al Tesoro. Giró pesos por el equivalente a 3,7% puntos del PBI y este año deberá hacerlo por el 1%, según estimaciones de Ecolatina.
La otra variable que mira todo el mundo es el tipo de cambio. Una de las primeras cosas que dijo el presidente Alberto Fernández en su discurso del viernes por la mañana, fue que “no es necesario un salto devaluatorio” como parte del acuerdo con el FMI.
Esto es: se buscará mantener el régimen de pequeñas devaluaciones diarias pero poco perceptibles para los zócalos de los noticieros o los titulares de los diarios.
El paso de esas devaluaciones tuvo dos ritmos en 2021. Muy lento hasta octubre y un poquito más acelerado desde noviembre. En público, Miguel Pesce, titular del BCRA, explicó que a principios de 2021 tuvieron que frenarlo por la aceleración inflacionaria de esos meses. En noviembre apuró, pero también hubo luego aceleración en la suba de precios. El IPC subió 3,5% en diciembre y no se descarta que para enero alcance el 4%.
Esto pone un interrogante a cuál va a ser realmente el ritmo devaluatorio de ahora en más, aunque el ministro Guzmán dijo el viernes que esperan mantener un tipo de cambio a salvo del atraso, para así no desalentar la inversión en pesos.
Cuando en el BCRA hablan de brecha cambiaria, automáticamente mencionan a los fondos extranjeros que aún tienen activos en pesos y, cuando quieren dolarizarlos, acuden al dólar contado con liqui, levantando su precio y ampliando la brecha.
“Es un mercado de 50 millones de dólares diario, dijo Pesce el viernes. Se calcula que esos fondos tienen pesos por el equivalente a 3.500 millones de dólares CCL. La esperanza del Central es que si mejoran las expectativas los bonos de la deuda subirán del bajísimo precio que mostraron estos días. Si eso sucede, el dólar contado con liqui debería descender de los cerca de 230 pesos que tocó la semana pasada. Y así se achicaría la brecha cambiaria.
Si eso ocurre, la presión por salir de estos fondos se suavizaría, creen en el BCRA. Ese camino virtuoso se construirá día a día. El Gobierno arranca desde un nivel de credibilidad bajísimo. Es una incógnita si está en condiciones de cumplir con todo lo que le prometió al FMI y superar los exámenes a los que será sometido cada tres meses.