La ciudad de Sobral, una de las más pobres de Brasil, pasó del puesto 1.366 al 1° en las pruebas educativas. Pusieron el foco en la alfabetización inicial. Veveu Arruda dirigió el proceso y le cuenta a Clarín cómo fue.
Si los milagros educativos existen, uno de ellos se produjo en la ciudad de Sobral, en el noreste de Brasil. Lejos del realismo mágico, y mucho más cerca de un plan decidido y orientado a la alfabetización inicial, ese municipio -ubicado en el estado de Ceará, uno de los más pobres de Brasil- pasó en solo 10 años del puesto 1.366 al 1° en las pruebas educativas IDEB, que mide y compara el rendimiento de los alumnos en todo ese país.
¿Cómo lo lograron? En principio, se pusieron como principal objetivo que ningún alumno pasara 2° grado sin saber leer y escribir. En 2009 el 50% de los chicos llegaba a 3° grado sin entender lo que leía, en 2016 ese porcentaje había bajado a solo el 2%.
El plan puso foco en mejorar la enseñanza en las escuelas públicas y se basó en tres pilares: fortalecer a los directores y la gestión de las escuelas, la formación y capacitación de los docentes, y un acompañamiento (asistencia técnica) a los maestros que dan clase en 1° y 2° grado, con evaluaciones periódicas. Hoy, las escuelas públicas de Sobral tienen mejor rendimiento que las privadas de San Pablo, el estado más rico de Brasil.
Estas mismas políticas después fueron trasladadas por el equipo de Sobral a todo Ceará y también tuvieron éxito. Ese estado pasó de estar en el puesto 16° al 5° entre 2007 y 2017. Es el mismo equipo que ahora está dirigiendo el Ministerio de Educación de Brasil, en la nueva gestión de Lula como presidente.
Veveu Arruda, alcalde de Sobral en el período que se implementaron estas políticas (2009-2016), llegó al país para compartir la experiencia con ministros provinciales argentinos. Participó junto a los de Córdoba, Salta, Mendoza y Entre Ríos en una jornada sobre “alfabetización inicial como política pública”, organizada por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y Fundación Natura.
También estuvo con Clarín y contó las claves de la extraordinaria mejora que lograron. “Teníamos escuelas que producían analfabetos, que no enseñaban. Nos decían que era por la pobreza, pero sabíamos que podíamos cambiarlo si nos centrábamos en la alfabetización de los chicos”, dijo, entre otras cosas.
– ¿Cómo es Sobral y cómo estaba la educación cuando llegaron al municipio?
– Sobral es una ciudad del interior del estado de Ceará, con todo su territorio en una región semiárida. El PBI de Ceará representa el 2,4% de todo el PBI brasileño. Y Sobral el 3% del PBI de Ceará. Estamos hablando de un lugar con carencias socioeconómicas muy graves. Niveles de pobreza significativos.
– ¿Qué hicieron para mejorar la educación?
– Hace veinte años, no todos los niños y niñas estaban en la escuela. Y entre los que estaban, quienes pasaban de año no aprendían. Eran escuelas que producían analfabetos, que no enseñaban. Y el argumento de los directivos de la época era que esto pasaba por la pobreza, o por las características físicas y climáticas. Cuando empezamos a trabajar, sabíamos que era posible hacer algo diferente, que estos argumentos no eran verdad. Entonces hicimos una evaluación externa del sistema por primera vez. Eso fue en 2000. Y esa evaluación reveló que el 50% de los niños no sabían leer ni escribir en 2° grado, a los 7 años, cuando deberían poder hacerlo. Encontramos que todo el esfuerzo anterior se ponía en la periferia del sistema: en mejorar la infraestructura, en el transporte escolar y otras inversiones, pero eso no necesariamente genera aprendizaje. Cambiamos y nos enfocamos hacia la gestión del aprendizaje, a lo que pasa con el niño dentro del aula.
– ¿Quién hizo la evaluación?
– Un equipo dirigido por Edgar Linhares, un profesor cearense muy dedicado a la educación. Ha fallecido, pero fue un referente en la educación. Si estuviera vivo hoy, sería reconocido a nivel nacional, era una figura excepcional. A partir de ahí, hubo toda una redirección de acciones hacia el aprendizaje de los niños. Con material escolar, didáctico para los docentes. Creamos una escuela de formación docente. El equipo de Linhares formó formadores y esos formadores formaban a los profesores.
– ¿Cuáles fueron las claves del éxito?
– Un eje fue el fortalecimiento de la gestión escolar, del director de escuela, que necesita ser un líder con conocimientos de gestión y pedagógicos. Cambiamos a una selección pública de los directores, a través de una prueba de conocimientos, un análisis de comportamiento para saber si esa persona tenía capacidad de gestión, de diálogo, integridad, honestidad. Y debía aprobar un curso de liderazgo. Después de todo, va a liderar un equipo de profesores, va a establecer diálogo con la familia. A los directores les dimos autonomía administrativa, financiera y pedagógica. Se autorizó a la intendencia a crear un Fondo de Desarrollo Educativo, en el cual cada escuela recibió una cantidad de recursos proporcional al número de alumnos, para que la dirección pueda realizar la gestión de gasto. Y hubo todo un esfuerzo de los directores para economizar ese recurso para que les pudiera quedar para otros beneficios para la escuela. El segundo eje fue la capacitación permanente de los docentes en servicio. Lamentablemente en Brasil hay una gran deficiencia en la formación inicial de los docentes. Y un tercer eje que fue la valoración, el reconocimiento y el apoyo a los docentes.
– ¿Cómo se acompañaba desde el Estado?
– Desde las superintendencias administrativa y pedagógica se hacían evaluaciones e iban a las escuelas para dialogar y monitorear los objetivos que habían sido asumidos por la dirección de las escuelas.
– ¿Eran evaluaciones anuales?
– No. Una al principio de año de diagnóstico. Luego, evaluaciones formativas cada 2 meses para orientar al docente según el avance de los aprendizajes de los niños. Y una evaluación de fin de año. Las evaluaciones se hacían de forma bimensual para tener tiempo de intervenir, de hacer acciones para hacer cambios en el proceso de aprendizaje. Las evaluaciones te permiten observar el nivel de aprendizaje de cada niño en forma individual. Y puedes ver que, en un aula de 20 alumnos, hay 5, 10, 8 a quienes acompañar en sus ritmos de aprendizaje. En este sentido, la evaluación es un elemento pedagógico fundamental. Para nosotros, la política de alfabetización a la edad justa implica que los niños se alfabeticen a partir de los 6 años, consolidándose a los 7 años, cuando terminan el 2° grado de la escuela primaria.
– ¿Por qué el enfoque en la alfabetización inicial?
– Porque la neurociencia ya demostró que alfabetizarse en la edad adecuada le asegura al niño la posibilidad de tener una buena trayectoria escolar. Podrá comprender los contenidos en los grados que siguen, porque podrá leer y comprender lo que está escrito. Por ejemplo, en Matemática, necesita entender el problema. Cuando nacemos, el cerebro inicia un proceso de conexiones neurológicas. Hasta los 6, 7 años el número de conexiones es de tal magnitud que es absolutamente necesario que durante ese período tenga estímulos para su desarrollo cognitivo y para su desarrollo emocional. Después de este período, hay una reducción en la cantidad de conexiones neuronales. Entonces, el período para enseñar a los niños a leer y escribir es exactamente ese, hasta los 7 años. Por otro lado, cuando se alfabetiza a la edad adecuada, también la persona tiene asegurado un buen itinerario de vida, porque podrá terminar la primaria, ir a la secundaria, tener acceso a una educación técnica, al trabajo, a la universidad. Esto significa que, en la vida adulta, tendrá una mayor capacidad para la inclusión social, actividades productivas y la construcción de condiciones dignas para su vida.
– ¿Cómo siguió el proceso en Sobral y Ceará?
– El primer objetivo fue alfabetizar a todos los niños en la edad adecuada. Después tuvimos otros como alfabetizar a los niños que ya estaban en 3°, 4°, 5°, sin saber leer y escribir. Para eso reuníamos a alumnos de los distintos grados y trabajábamos en su alfabetización. Una vez asegurada la alfabetización, trabajamos en el dominio de las otras disciplinas: portugués, matemática, ciencias. Otro objetivo fue trabajar en la educación infantil: avanzar en la atención a niños de 0 a 3 años y universalizar las salas de 4 y 5 años. Y convertimos los grados 6° a 9° (primera adolescencia) a jornada extendida (pasamos de 4 a 7 horas diarias), con aumento de la carga horaria de portugués, matemáticas, lenguas extranjeras, y una disciplina de proyecto de vida para cada alumno. Con estas estrategias pedagógicas Sobral llegó en 2016 a tener el mejor IDEB entre 5.574 municipios brasileños). Nos mantuvimos algunos años entre los primeros, y ahora estamos en el 1° lugar entre municipios de más de 100.000 habitantes.
– ¿Hubo resistencia por parte de los sindicatos?
– Sí, pero tuvimos una estrategia de dialogar, hablar, y una visión para que la diversidad no sea un obstáculo. Haciendo esto el movimiento sindical entendió que la estrategia era la adecuada. Cuando fui reelegido, tuve una reunión con la junta sindical y trajeron una agenda de demandas más inmediatas, como el salario y algunos derechos que pensaban que no se estaban cumpliendo, etc. Les dije, ‘miren, voy a ser alcalde por 4 años. ¿Por qué no establecemos una agenda para estos 4 años, con los temas más prioritarios y menos prioritarios para ir resolviéndolos a su momento?’. Abrí el presupuesto municipal y establecimos un diálogo franco sobre lo que era posible y lo que no era posible. Y el resultado es que cuando logramos los mejores resultados de aprendizaje en Brasil, el mismo sindicato lo publicó en sus periódicos como un logro del movimiento sindical. Y tenían razón, porque el éxito es de ellos.
– ¿Nunca tuvieron huelgas?
No, no, no. Es importante decir que este proceso comenzó antes que yo llegara como alcalde, con los anteriores alcaldes de Sobral.
– Ustedes son del PT. ¿Creen que se podrían haber hecho las reformas si fueran de otro partido?
– Buenos, nosotros formamos una alianza con otros partidos.
– ¿Pero los sindicatos son del PT?
– Sí. Antes de ser alcalde, yo me formé en Derecho y era abogado de movimientos sociales. Esa relación que ya tenía con ellos contribuyó a que tuviéramos una relación de respeto durante el gobierno. Siempre he entendido que el movimiento sindical tiene un papel importante en la sociedad.
– El equipo que trabajó en Sobral y Ceará ahora están en el gobierno de Lula. ¿están aplicando esto?
– Sí. Pero viene de antes. A partir de 2018, empezamos a trabajar con la Fundación Lemann y el Instituto Natura para compartir la experiencia con otros municipios y estados brasileños, para que también puedan implementarlo. Hoy estamos en 17 estados brasileños y eso es lo que apoya el gobierno de Lula.
– ¿Qué les recomienda a las autoridades argentinas?
– A las autoridades y a los gestores públicos, privados, dirigentes y líderes sociales les recomiendo encarecidamente que pongan la educación como una prioridad efectiva y se enfoquen en la alfabetización para superar el analfabetismo y así poder lograr que esos chicos sigan aprendiendo en los próximos años. La decisión política de transformar la educación en una prioridad es fundamental. Si el docente es fundamental para el proceso de aprendizaje de los alumnos, los gestores públicos son fundamentales para garantizar esas condiciones y que los docentes puedan cumplir con su rol. Por lo tanto, debe ser, en el caso argentino, una decisión política a nivel nacional y provincial.