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El terremoto de la Quinta de Olivos contado por sus inquilinos

Hasta el pedicuro de la primera dama no quiere volver a la residencia por el escándalo. El presidente dijo a Clarín: Por favor, nunca tuve la intención de que le carguen la culpa de todo esto a Fabiola”.

El pedicuro de la primera dama, Fabiola Yañez, no quiere atenderla más. Entró en pánico cuando su nombre trascendió en los medios, debido a que figura en las planillas de entradas y salidas de las visitas y trabajadores que pasaron por la Residencia Presidencial de Olivos (RPO) durante la cuarentena del 2020.

Los mismos registros son de acceso público también para el período que va desde enero a abril del 2021. Aquel detalle es ínfimo, menor, y hasta insultante, si se lo compara con los millones de dramas que padecieron los argentinos desde que empezó la pandemia que aun no termina. Y que se profundizaron más tras la imposición de una medida gubernamental, el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO).

Hasta ayer, los muertos en el país por Covid-19 eran 108.936, según se comunicó de modo oficial. Los contagios siguen subiendo: el virus afectó a 5.080.908 ciudadanos. Se trata de una catástrofe desde el punto de vista humano, económico, social, educativo tras la suspensión de clases presenciales, y tragedia similares en diversos ámbitos, algunas de ellas aun imposible de mensurar.

El susto que paraliza al profesional que cuidaba los pies de Yañez solo se menciona para empezar a describir, desde la anécdota más intrascendente hasta las consecuencias personales y políticas más severas, que se suceden en el terremoto que sacude a la casa de los Presidentes.

Fue un sismo por etapas. Primero se conocieron los detalles de quiénes, cuándo y por qué entraron y salieron de la RPO en el más estricto ASPO. Y el escándalo se expandió cuando se confirmó que en Olivos, intramuros, la cuarentena no se cumplía como se le exigía al resto de la sociedad.

Lo que sigue es una breve historia del temblor en Olivos, siempre en el sentido figurado, contado por sus inquilinos. El Presidente. Y a través de él, por Yañez.

Fernández está enojado. Con sí mismo, con la oposición, con los medios en general, y hasta con dirigentes del espacio que lidera, el Frente de Todos. El viernes por la tarde, Fernández admitió en un acto que sí, que rompió el ASPO en su propia casa temporal, Olivos, al menos una vez.

El 14 de julio del 2020 su pareja, Yañez, cumplió 39 años. A pesar de que las normas se lo impedían, varios amigos la llamaron para visitarla. Estaba prohibido hacerlo. Pero pasó. Y el Presidente participó de esa acción indebida.

Clarín pudo saber de fuentes calificadas de la RPO, que ese encuentro entre amigos duró poco menos de una hora y media, que se hizo en un espacio cerrado aunque acechaba el virus, y que la agasajada y su novio Fernández, igual que los amigos a los que se aceptó que entrasen a la RPO, comieron rápido, con torta incluida.

Esa misma celebración estaba vedada para quienes vivían y viven extramuros de ese mundo custodiado, con jardines, espejo de agua, árboles, huerta y canchas de fútbol y padre en el que viven el Presidente y su familia. Clarín logró comunicarse con Fernández. Ya era de noche, ayer, volvía de un acto al que fue acompañado por Yañez. Le había repetido a diferentes interlocutores que no podía entender cómo se interpretó su admisión de su incumplimiento, al menos uno, de la norma del ASPO, como si él le hubiese echado la culpa a Yañez por esa desavenencia.

Ocurre que había dicho que “mi querida Fabiola convocó a un brindis que nunca debió haberse hecho”, dijo, entre otras cosas, Fernández. Ahora, ante Clarín, amplía esas palabras: “Por favor, nunca tuve la intención de que le carguen la culpa de todo esto a Fabiola. Solo dije lo que dije para situar el momento en el que ocurrió todo”, empezó tenso y luego más calmado: “Todo lo que pasó esa noche es es mí responsabilidad. Y lo vuelvo a decir: estuvo mal, no estuvo bien, y lamento que haya pasado”.

El Presidente recién habló de este tema cuando trascendió la foto, imagen rotunda y final, que confirmó que esa celebración íntima y, según él, breve, una juntada de la que él jura que se enteró sobre la hora, y que se mantuvo oculta desde ese 14 de julio del 2020 hasta ahora.

Fuera de Olivos estaba prohibido festejar un cumpleaños. Hubo imputados en causas penales por incumplir el ASPO. Incluso, muertos por exceso en el accionar policial generado para que nadie escape a la norma. Dentro de Olivos tampoco se podían realizar encuentros sociales.

Fernández insiste en que él mismo pidió disculpas, relata que si no fuera porque su Gobierno entregó los listados de ingresos y egresos de Olivos por un pedido de Acceso a la Información publica solicitado por el usuario de la cuenta de Twitter llamado @gonziver, y por la ONG Poder Ciudadano, nada de esto se sabría.

Fuentes que vivieron durante la cuarentena en Olivos describen la dinámica interna de la residencia en esos meses como “un quilombo total”. SIC.

Por la RPO pasaron, desde enero 2020 a abril 2021, doce mil personas.

Fernández ha contado a fuentes de total confianza que “yo atendía a todo el mundo, había gente en el living del chalet, otra en las oficinas, más gente en los despachos de Fabiola, más gente esperándome en otros espacios donde trabajamos…”.

“La responsabilidad es mía, ¡cómo pueden pensar que cargaría sobre Fabiola, por favor!”, sigue enojado cuando Clarín pudo volver a preguntarle por sus frases exploratorias del viernes pasado.

Para Fernández, sus dichos son un indudable pedido de disculpas aunque no mencionó esa palabra. Está implícita, remarcó ante colaboradores.

¿Y qué pasó durante su cumpleaños del 2020?

El Jefe de Estado nació un 2 de abril.

No festejó con nadie. Lo jura.

Así pudo reconstruirlo este diario gracias a sus funcionarios de mayor confianza.

Ese día, según las planillas de ingresos y egresos de Olivos, entraron al chalet de la residencia varias personas, incluido el empresario de origen taiwanés llamado Chia Hong Chien, ganador de varios contratos con el Estado, y entonces pareja de la principal asesora de Yañez, Sofía Pacchi.

“No sabía su nombre”.

Hubo cena en su honor en al que estuvo el taiwanés. No, juró el Jefe de Estado ante la pregunta sobre ese punto que le hicieron varias veces. “Si estaba esa noche, fue porque vino a Olivos por novio de Pacchi, y si lo vi, fue porque saludé al equipo de Fabiola que trabajaba con ella porque al día siguiente tenía que ir a un evento benéfico”.

El horario de salida de Chia Hong Chien de Olivos, esa noche, esa misma noche, indica que partió alrededor de las tres de la mañana, a pesar de que su pareja Pacchi se había ido antes.

“Fue un error en la carga de los datos”, le escucharon decir a Fernández.

¿Puede pasar algo así en la Residencia Presidencial de Olivos?

“Puede”, ha respondido Fernández a quien le hizo esa pregunta. “Uno de los días, el secretario General de la Presidencia, Vitobello, figura con su horario de entrada pero no de salida. Y él acá no durmió”. Algo podría estar fallando en la custodia del Presidente, entonces. Materia de investigación judicial, tal vez,

Otros motivos que provocaron indignación en un sector de la opinión pública fue conocer que un adiestrador de los perros del Presidente, llamados Dylan y Prócer, entrenaron a los canes en plena cuarentena cuando las escuelas primarias y secundarias, y las universidades, por ejemplo, estaban cerradas.

“Nunca vi al entrenador del perro”, volvió a jurar el Presidente a quienes lo interrogaron al respecto.

“Olivos era un gran quilombo”, es la frase que repiten en el entorno presidencial.

El hijo de Fernández, Estanislao, pasó un mes y medio de convivencia con su padre en la cuarentena. “En cuanto pudo se fue, no volvió a verlo al papá como por dos meses”, ríe alguien que conoce al Presidente como si fuera él mismo.

La crisis que provocó el caso Olivos aun no terminó. Los dirigentes alineados con la vicepresidenta, Cristina Fernández, aprovecharon para criticar al Presidente y a sus hombres. Uno de ellos fue el senador Oscar Parrilli: pidió que los asesores de Fernández lo cuiden más.

El Presidente nunca ocultó que disiente con aquellos dirigentes que resaltan a Parrilli como un político lúcido.

¿Por qué trascendió la foto de ese cumpleaños indebido?

Hay intrigas palaciegas.

Uno de los funcionarios de la Casa Militar, un cuadro de Inteligencia del Ejército, retirado, es director de área de ese organismo clave para cuidar al Presidente. ¿Por qué figura al mismo tiempo con un cargo relevante, desde el inicio, en la empresa dedicada a seguridad y espionaje privado llamada Dark Star Group, con acciones polémicas y denunciada en la Justicia por ex jefes de la Inteligencia oficial?

El caso Olivos continuará.

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