Graban homicidios, secuestros y cargamentos de drogas con sus celulares. La policía los combate, pero sus brazos se siguen extendiendo por el país.
Chile vive la peor crisis de seguridad pública de su historia. Así lo afirmó el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, hace poco más de un mes. El país se enfrente a delitos que antes eran muy poco habituales, sino inexistentes. Descuartizamientos, decapitaciones, homicidios por encargo y redes de explotación sexual han proliferado a una velocidad inédita.
El origen de la megabanda en Venezuela se remonta a fines del año 2009. Un grupo de trabajadores de la construcción de un ramal del tren de Venezuela, en la localidad de Aragua, decidió comenzar actividades ilícitas luego de que el gobierno no concretara las obras ferroviarias, prometidas en el Plan Socialista Nacional de Desarrollo Ferroviario, presentado en 2006.
Con la multitudinaria diáspora de emigrantes, provocada por la sostenida degradación de la calidad de vida en ese país, producto del régimen autócrata de Nicolás Maduro, la organización aprovechó la oportunidad y se extendió a todos aquellos lugares donde inmigrantes venezolanos sean susceptibles de sus extorsiones, secuestros, trata de personas y operaciones de narcotráfico.
Los largos brazos
Los principales países que han recibido venezolanos son Colombia, Ecuador, Perú y Chile. Precisamente, es en esos lugares donde el Tren de Aragua comenzó a operar.
Según datos de la Policía de Investigaciones, revelados por el diario La Tercera el domingo, se estima que en Chile hay, al menos, 100 miembros activos de la organización criminal. En marzo, lograron asestar uno de sus mayores golpes y detener al presunto líder de las operaciones en Chile, Carlos González Vaca, alias “Estrella”. Sin embargo, sus crímenes no cesaron.
La banda focaliza sus operaciones primarias en dos zonas del país. La primera es en el norte, donde se dedican a la importación de drogas, la trata de personas, el tráfico de inmigrantes y el crimen por encargo. Los secuestros y las amenazas de muerte les sirven como herramientas para extorsionar a los inmigrantes que logran ingresar a Chile, los que son sometidos a su estructura.
Tienen control, por tanto, de los inmigrantes y de sus familias en sus ciudades de origen en Venezuela.
En el norte de Chile están focalizados en la localidad de Huara, donde montaron la “base Huara”. Sin embargo, sus fechorías ocurren en toda la zona. Las autoridades enfrentan una situación que es “angustiante”, según describió el periodista Francisco Artaza, autor de la investigación del matutino.
En lo que va de 2022, la tasa de homicidios por 100.000 habitantes en esa zona, particularmente en la Región de Tarapacá, ha llegado a niveles de países centroamericanos con alto nivel de crimen organizado, como El Salvador o Guatemala, constatan las autoridades.
En Valparaíso
Su segundo centro de operaciones es en la zona central de Chile, particularmente en la Región de Valparaíso. Desde ahí distribuyen cargamentos de Ketamina a lo largo del territorio nacional y controlan sus operaciones de secuestros, extorsión y homicidios en Santiago.
En su “modus operandi” hay un punto común: todo lo graban y transmiten a redes sociales. En algunos de ellos se puede ver a los líderes jactándose de su poder de fuego; apuntando a algún secuestrado con un revolver introducido en la boca; o derechamente asesinando a alguna persona en el desierto de Atacama. También dan a conocer la nueva importación de drogas.
Fuentes de la Policía de Chile señalaron a Clarín que la persecución del grupo es “muy compleja”. Primero, porque ingresaron de manera ilegal al país y poseen múltiples identidades venezolanas falsas. Segundo, porque rotan todas sus operaciones entre distintos puntos. Nunca asientan a la misma persona en un lugar. Lo hacen solo por periodos cortos, lo que dificulta su seguimiento.
La Fiscalía chilena ha logrado imputar y formalizar a una decena de integrantes de la banda, pero esta sigue creciendo. Los detenidos se encuentran en el módulo 41 de la Cárcel de Alto Hospicio, en Tarapacá y han entregado pistas claves para entender la estructura y logística de la agrupación. Contra ellos, los nuevos líderes han enviado videos amenazantes prometiéndoles quitarles la vida “a coñazos”.
La situación afecta directamente a los cientos de miles de inmigrantes venezolanos que han llegado honestamente al país, los que ya recienten una creciente animadversión contra ellos de parte de la ciudadanía chilena.
Sin ir más lejos, en la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, 6 de cada 10 chilenos se manifiestan a favor de prohibir totalmente la inmigración. Un fenómeno que, según la directora de Opinión Pública del centro, Carmen Le Foulon, responde mayoritariamente a la sensación de que la crisis de violencia en las calles de Chile responde hoy, mayoritariamente, a grupos liderados o integrados por extranjeros.
Chile, hasta 2019, poseía tasas de homicidios de países desarrollados, incluso mejores que naciones como Francia. Los delitos de alta connotación eran percibidos como una rareza. Una realidad que ahora parece lejana, mientras el Tren de Aragua y otras organizaciones siguen ganando terreno en las calles.
Las autoridades prometen que el combate al crimen organizado tendrá niveles inéditos para la historia del país.