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Identifican la variable que faltaba para determinar cuándo el cuerpo está protegido contra el Covid

Hasta ahora se asumía la relación entre la presencia de ciertos anticuerpos y la posibilidad del organismo de enfrentar el coronavirus. Pero no había un biomarcador realmente confirmado.

Si arrancamos esta nota informando que investigadores ligados a la vacuna de Oxford-AstraZeneca confirmaron que, a mayor cantidad de anticuerpos neutralizantes y “de unión”, más chances para el organismo de evadir el coronavirus sintomático, varios lectores indignados dirán “¿pero no era obvio?” La verdad que no.

Aunque la eficacia de un fármaco se prueba en una serie de ensayos clínicos (la fase preclínica; luego las fases 1, 2 y 3, hasta llegar a la farmacovigilancia o fase 4) es recién cuando avanza el conocimiento sobre cierto patógeno que se vuelve más claro para los científicos qué marcadores (o biomarcadores) indican que el cuerpo está en condiciones de combatir ese agente.

Cuesta creerlo, pero este dato no existió en todos estos meses de pandemia: recién ahora un estudio confirma que los títulos altos de anticuerpos neutralizantes y unos llamados “de unión” juegan, en efecto, un rol concreto para evitar el Covid sintomático.

En otras palabras, para evaluar si una vacuna “es buena”, además de hacer ensayos de doble ciego uno podría solo observar el siguiente biomarcador: la respuesta inmunológica humana mediada por estos anticuerpos.

Hasta ahora todos sabían (porque se decía, y se decía porque se presumía) que los anticuerpos debían cumplir un papel importante contra el SARS-CoV-2. Además, que las vacunas levantan esos valores, al igual que la etapa de convalecencia post-infección.

Una imagen de microscopio electrónico de transmisión de un caso de coronavirus.

Una imagen de microscopio electrónico de transmisión de un caso de coronavirus.

Lo que no se tenía claro (y empieza a dilucidarse) es cuántos anticuerpos y de qué tipo se precisan para, en efecto, no caer en el hospital si uno contrae Covid. Este dato no se tenía con el nivel de precisión que ya se tiene para enfermedades “conocidas”, como influenza o hepatitis B.

De hecho, hasta ahora vino siendo común escuchar lo que dos expertos dijeron a esta cronista el jueves. La charla era sobre unos datos de la vacuna Sputnik V publicados en el último informe del Proyecto País.

El informe concluía que “los sueros provenientes de individuos convalecientes o vacunados con Sputnik V mostraron una disminución en los títulos de anticuerpos neutralizantes de al menos tres veces, al confrontarse con la variante Gamma” (ex Manaos), la que copa el 41% de los casos de Covid en Argentina.

¿Pero “tres veces menos” es mucho o poco?

Tanto Ricardo Rüttimann, infectólogo de la Funcei y miembro de la CoNaIn, como Gabriela Turk, doctora en Biología (UBA) dedicada a la virología, investigadora del INBIRS-Conicet y una de las firmantes de ese trabajo del Proyecto País, se refirieron a la dificultad de traducir esos datos a la vida real. 

O sea, esbozaron, que una cosa es que los anticuerpos neutralicen tres veces menos a Gamma (respecto de las variantes más “clásicas”) y otra distinta pronosticar qué efectos podría generar esos en las personas.

Turk de todos modos opinó que esa disminución no tiene por qué ser un dato negativo: “Esos anticuerpos pueden neutralizar el virus. No es que no te dé protección frente a Gamma, no es que se hayan anulado o hayan dado cero”.

La investigadora apuntó que, para comprender cómo se manifestaría todo esto en la población, “deben hacerse estudios de efectividad desde las áreas de epidemiología”.

Básicamente, tanto Rüttimann como Turk explicaron que faltaba un correlato.

Una prueba para detectar el coronavirus.

Una prueba para detectar el coronavirus.

Acá cobra relevancia el trabajo mencionado arriba, un preprint (presentado a revista Nature) en el que expertos de Oxford-AstraZenca aseguran que los anticuerpos neutralizantes y unos llamados “de unión” constituyen el biomarcador tan buscado.

AstraZeneca

Mientras más inoculados hay en el mundo, menos personas quedan en condiciones de participar de los ensayos clínicos de doble ciego, un problema para los laboratorios que apuestan a renovar sus fórmulas para adaptarse a las mutaciones del virus.

Por eso, el trabajo (“Correlates of protection against symptomatic and asymptomatic SARS-CoV-2 infection”) afirma que los datos obtenidos serán “útiles para extrapolar estimaciones de eficacia para nuevas vacunas cuando no se puedan realizar grandes ensayos de eficacia”.

La principal conclusión a la que arribaron luego de estudiar 2.000 participantes del Reino Unido, es tan simple como que, a más títulos de anticuerpos neutralizantes en el organismo, menos chances de manifestar Covid sintomático.

Contrastaron dos grupos: unos recibieron vacuna Covid; el resto, una vacuna contra la meningitis. A su vez, algunos se infectaron y otros no.

Pero, en lugar solo “contar” infectados para deducir datos de eficacia, miraron cualitativamente qué les pasaba: cómo era el despliegue de títulos de anticuerpos y su relación con el Covid sintomático.

Una científica en busca de respuestas contra el Covid. Foto: AFP

Una científica en busca de respuestas contra el Covid. Foto: AFP

En días en que se volvió común saber de gente que se infecta de Covid a pesar de haber sido vacunada, es importante remarcar que de ninguna vacuna se puede decir que “sí o sí” vaya a generar tal nivel de anticuerpos.

En este sentido, el paper aclara que “la protección contra el Covid-19 sintomático no es absoluta con ninguna vacuna, y los resultados muestran que no existe un valor umbral único para ninguno de los ensayos investigados, indicativo de inmunidad esterilizante”.

Además, aunque “la probabilidad de infección disminuye en promedio con respuestas inmunitarias más altas, existe una variación sustancial entre los individuos”.

Pero no todo es relativo: el meollo del trabajo es precisamente la afirmación de que, una vez que el cuerpo desarrolla títulos altos de anticuerpos (el paper solo da una orientación cuantitativa), el cuerpo tendrá, con certeza, más chances de eludir cuadros complicados de Covid.

Pfizer y Moderna

Otro paper en el prestigioso The New England Journal of Medicine complementa lo anterior: los científicos empiezan a medir cualitativamente la interacción de las vacunas y el Covid.

Enfocado en las vacunas de Pfizer Moderna, el trabajo se titula “Prevention and Attenuation of Covid-19 with the BNT162b2 and mRNA-1273 Vaccines”.

Siguieron a 4.000 trabajadores de la salud y vieron si se contagiaban de coronavirus. El virus se detectó en 204 participantes (5%): 5 estaban completamente vacunados, 11 tenían una dosis, y 156, ninguna.

En esos casos, vieron qué les pasaba exactamente. Los datos fueron buenos, incluso para quienes no tenían ese “marcador” de anticuerpos tan alto.

La carga media de ARN viral fue un 40% menor en los que habían recibido una o dos dosis. “Además, el riesgo de síntomas febriles fue 58% menor y la duración de la enfermedad fue más corta, con 2,3 días menos de enfermedad en la cama”, aclara el paper.

Es todo parte de entender la interacción real del Covid y las vacunas. No ya en el laboratorio sino en el mundo real.

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