Héctor “Tiño” Resnik, dueño de un negocio de turismo en Puerto Pirámides, está acusado de denuncia falsa. Le endilgó un robo a un trabajador días antes de que fuera operado por un tumor de tiroides porque quería despedirlo. La confesión de un policía que complica su situación
La Justicia de Chubut investigará a un importante empresario del sector turístico de la Patagonia. La jueza penal Patricia Asaro imputó formalmente días atrás a Héctor “Tiño” Resnik por el delito de falsa denuncia luego de haber acusado a un empleado como responsable de un robo con el único fin de tener una justificación para despedirlo, mientras el trabajador atravesaba un tratamiento oncológico por un cáncer de tiroides.
“Repugna a las más elementales reglas humanas la conducta del denunciante Héctor Alberto Resnik, apodado ‘Tiño’”, había escrito en septiembre pasado Daniel Báez, el fiscal de Puerto Madryn que tomó la (presuntamente falsa) denuncia y la desestimó casi de inmediato, como dio cuenta Infobae en aquel momento.
La acusación de Resnik había sido contra Juan Pablo Martorell (43), quien hasta la interrupción por la pandemia era el capitán de la embarcación Yellow Submarine, un bote turístico semisumergible que navega las aguas de Puerto Pirámides para el avistaje de ballenas; y que pertenece a la empresa Southern Spirit.
El caso, sin embargo, no terminó con el rechazo del fiscal a la denuncia policial de Resnik. Los investigadores decidieron seguir la huella del acusador y dieron vuelta el caso: pasó a ser el acusado. Activaron un expediente contra el propio Resnik, basados en la sospecha de que el empresario había armado todo para despedir con justa causa a Martorell.
“Resnik denunció en la comisaría de Puerto Pirámides el hurto de elementos de los galpones de su empresa ballenera y sindicó a Juan Pablo Martorell, que era el patrón de embarcación de la firma Southern Spirit”, explicaron fuentes judiciales de Puerto Madryn.
Martorell trabajó para Resnik durante la última década. La relación entre ellos fue buena hasta la pandemia. Según la versión del trabajador, se deterioró cuando el empresario dejó de pagar los premios e intentó hacerles firmar a sus empleados la renuncia, en un contexto donde no había actividad turística.
Esa es la punta del hilo de la que ahora tiran los fiscales Alex Williams y Juan Pablo Santos, continuadores del trabajo iniciado por Báez, quien pasó al Tribunal Superior de Justicia provincial.
Ahora, ambos tienen seis meses para juntar pruebas y llevar al empresario a juicio, mientras a la par ya se desarrolla el juicio laboral porque, además, en esa instancia, Southern Spirit no reconoce a Martorell como trabajador, aunque hay fotos y testigos que ya afirmaron lo contrario.
En abril de 2021 la situación se complicó y la tensión entre trabajador y empresario escaló. A Martorell le descubrieron un cáncer de tiroides con metástasis mientras estaba en Córdoba, su provincia natal. El trabajador avisó de la situación a Southern Spirit y como respuesta recibió una carta documento que lo exhortaba a presentarse a trabajar. El empleado respondió con el certificado médico y a eso le sumó un reclamo de pagos pendientes y la falta de aportes jubilatorios desde 2015.
Resnik respondió que no existían las deudas de tal aporte. Y esa misma semana, según contó Martorell a este medio, pagó los aportes. No obstante, le avisó al empleado, quien ya tenía fecha para extirpar el tumor con carácter de urgencia, que había contratado a otro capitán.
Pocas horas más tarde, el mismo día que cumplía años su hijo, Martorell se enteró en Córdoba que la Policía allanaba su casa en Puerto Pirámides: la propiedad había quedado al cuidado de una vecina. Fue ella la que le avisó que policías de Chubut entraban a la vivienda con una orden judicial por una denuncia contra él por hurto de herramientas del Yellow Submarine, efectuada en la comisaría el 20 de julio.
Seis días más tarde, con este allanamiento como excusa, Resnik envió a Martorell el telegrama de despido con justa causa por el robo. Sin embargo, según pudieron afirmar fuentes judiciales, los investigadores pudieron confirmar el armado de Resnik gracias a la confesión de un policía jerárquico, que admitió que el empresario le había pedido el favor de activar el allanamiento para perjudicar a la víctima y “sacárselo de encima”.
El allanamiento, y el hallazgo de parte de lo denunciado como robado en la casa de Martorell, fue noticia en medios locales, que afirmaron que el empleado era un ladrón. Sin embargo, para los fiscales la denuncia fue “inconsistente”.
“En ocho meses, el denunciante no advirtió los faltantes de los elementos que luego con precisión denunciara como sustraídos”, remarcó el fiscal Báez para sostener que Resnik usó ese faltante para acusar a Martorell y tener una excusa para echarlo.
“Yo resguardaba las herramientas porque son elementos que se usan en la embarcación. Como el barco no tenía cámaras de seguridad ni personas que lo cuidaran, los guardaba en mi casa porque estaban a mi cargo”, comentó Martorell, quien además agregó: “Era uso y costumbre que los empleados podíamos disponer de las herramientas porque en el pueblo no hay ferreterías”. Martorell asegura que Resnik sabía que tenía las herramientas.
Consultado por Infobae, Resnik desmintió esta hipótesis de los investigadores y acusó a Martorell de tener otras causas por robo. Como ejemplo, citó un conflicto que se expuso en redes sociales entre el trabajador y una ex novia por ropa para chicos que se quedó el hombre y que luego devolvió. El ex empleado de Southern Spirit admitió esa disputa pero aclaró que nunca tuvo trascendencia penal, y que fue arreglado en su momento.
“Puerto Madryn es la ciudad donde los fiscales actúan en complicidad protegiendo a los delincuentes. En este caso resulta más que evidente que es una rara maniobra de la Fiscalía para beneficiar a una persona que utiliza su enfermedad como herramienta para victimizarse”, comentó Resnik a este medio, y acusó a Martorell de “inventar la historia” y ser un “gran manipulador”.
“O los fiscales involucrados son completamente incompetentes para investigar o son corruptos y están haciendo de sus decisiones un negocio”, cerró el empresario acusado de falso testimonio.
Martorell, en cambio, espera la llegada del juicio, que sería no antes de seis meses, el plazo que tienen los fiscales para cerrar el expediente y mandarlo al debate oral. “No le deseo nada malo a nadie. Estoy en otra dimensión de la vida después de haber pasado todo lo que pasé. Viví algo así innecesariamente. Hay una ambición por la plata de su parte y no reconoció mi aporte a la empresa, y después me quiso sacar de encima haciéndome allanar unos días antes de entrar al quirófano. ¿Qué cabeza hay que tener? Espero que él lo reconozca en algún momento. Ojalá que sea una condena ejemplar”.