La noticia de la muerte de Fabián O’Neill causó conmoción en el mundo del fútbol. A sus 49 años falleció a causa de una cirrosis crónica, luego de estar internado desde el sábado 24 de diciembre por una hemorragia. Marina, su hija, le escribió una emotiva carta que compartió en sus redes sociales.
“Que estés en paz, papá. Hace tiempo ya habías perdido la chispa, la alegría, tu esencia única”, empieza el posteo de Marina O’Neill. La hija del exfutbolista que disputó el Mundial 2002 con Uruguay, compartió sus emociones más profundas: “Me dolió escucharte decir alguna vez ‘no quiero vivir más’ en tus pocas horas de sobriedad”.
A su vez, Marina aprovechó para concientizar sobre las adicciones, poniendo el ejemplo de su padre: “Deseo también que tu recorrido en esta tierra sirva para entender más sobre el alcoholismo, esta enfermedad que te sedujo a vos y a todo tu dolor desde chiquito, que se llevó todo”.
Según Zinedine Zidane, el Mago fue “el jugador con más talento que he visto”. Su hija aseguró que “hace más de 10 años los médicos nos dan informes negativos y nos contabilizan tus meses de vida”.
En el último párrafo, Marina le agradece todo lo que le enseñó, pero antes destacó algo muy personal: “Lo más importante: te perdono, pa. Te juro que te perdono”. Y dejó un mensaje que le quedará para la eternidad: “Te amo para siempre y ahora sé que no solo “hasta la muerte” como me decías, sino que mucho más”.
La carta completa de Marina O’Neill a su padre
Que estés en paz, papá️.
Hace tiempo ya habías perdido la chispa, la alegría y tu esencia única. Cada vez te veía más triste, más enfermo, con los ojitos perdidos, la mirada caída, tu físico que siempre fue tan fuerte, cada vez más débil y deteriorado. Me dolió escucharte decir alguna vez “no quiero vivir más” en tus pocas horas de sobriedad.
Deseo también que tu recorrido en esta tierra sirva para entender más sobre el alcoholismo, esta enfermedad que te sedujo a vos y a todo tu dolor desde chiquito, que se llevó todo. Siempre quise entender qué era eso tan fuerte que sentías y no podías lidiar, qué era eso que necesitabas ahogar literalmente cada día de tu vida en vasos de alcohol. Lamento mucho ese dolor, pa, lo lamento en el alma desde siempre; ojalá no te hubiese tocado, pero todos vinimos a esta tierra con nuestras luchas y se ve que tu sensibilidad no soporto tanto.
Hace más de 10 años que los médicos nos dan informes negativos y nos contabilizan tus meses de vida. Hace ya 10 años que perdí la esperanza, pero nadie NUNCA se prepara para este duelo. Y no podía ser de otra forma: el día menos esperado pero a la vez poco me sorprende, siempre llamaste la atención y cada vez que aparecías se hablaba de vos, así que digno de un 25 de diciembre, loquito.
Lo más importante: te perdono, pa. Te juro que te perdono. Ojalá lo hayas podido sentir en mi despedida, cuando con mamá te agarramos la mano (qué regalo más lindo tenerlos a los dos ahí, una vez más) espero que hayas sentido la calma que quise transmitirte entre tanto caos de emociones.
Gracias por darme la vida, por dejar dentro de mi tanto tanto tanto de vos, porque me siento muy identificada y tocás cada parte de mi personalidad. Hay mucho de Fabián dentro de esta Marina y puedo prometerte que todas cosas que amo de mi, y que me reconocen como cualidades o virtudes. Me enorgullece lo querido que sos, lo amado por todos. Te vamos a recordar toda la vida con tu bondad, tu generosidad al mango, la humildad que te sale de los poros, tu desapego con la plata, tu luz, tu mirada pilla y tus talentos. Te amo para siempre y ahora sé que no solo “hasta la muerte” cómo me decías, sino que mucho más.