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Para el Banco Mundial, 1,7 millones de argentinos se cayeron de la clase media en 2020

La clase media bajó del 51% al 45% de la población, según el documento, que relevó el impacto del COVID-19 en América Latina y el Caribe.

En diversas mediciones internacionales, la Argentina ha quedado muy mal rankeada al considerar cómo las autoridades de cada país enfrentaron la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia.

Esto también se refleja en un reciente informe del Banco Mundial. El trabajo calcula que 1,7 millón de argentinos se cayeron el año pasado de la clase media.

La cifra surge de evaluar los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, que es representativa sólo para los 31 aglomerados urbanos donde viven 29,8 millones de personas.

Los técnicos del Banco Mundial que participaron de la elaboración de este informe le dijeron a Clarín. “Las estimaciones para Argentina muestran que antes de la pandemia alrededor de 51% de la población (representada en la encuesta) estaba en la clase media. Esto es alrededor de 14,7 millones de personas. Bajo esta lógica, en 2020, tras la crisis económica por la pandemia y los efectos de mitigación de la respuesta a través de programas sociales, un aproximado de 1.7 millones de personas habrían salido de la clase media”.

El informe dice que la porción de personas incluida en la clase media bajó del 51% de la población al 45%. Si la estimación se ampliara al total de la población argentina, la cifra de caídos de la clase media tranquilamente rondaría los 2 millones de personas.

Para definir a una persona de clase media, el informe señala que están dentro de ese grupo socio-económico personas que tuvieron ingresos de entre 13 y 70 dólares por día, expresados en “paridad del poder adquisitivo”. Lo de la PPP se aplica porque en Argentina las cosas son más baratas que en Estados Unidos. En otras palabras, con 10 dólares al tipo de cambio oficial o paralelo se compran en Argentina más cosas que en Estados Unidos con los mismos 10 dólares. El factor PPP se utiliza para ajustar esas diferencias.

La pandemia de COVID-19 tuvo efectos devastadores en América Latina, que registró, a finales de julio, más de 37 millones de casos y cerca de 1,1 millón de muertes.

Las cuarentenas a su vez causaron estragos en términos económicos como hacía mucho no se veía. El informe del Banco Mundial hace foco sobre el impacto de la pandemia sobre la clase media del continente. El título: “El lento ascenso y súbita caída de la clase media en América Latina y el Caribe”. Allí marca el contraste entre la ampliación de las clases medias de la región que se venía observando, con más y menos, hasta 2019 y el súbito retroceso por culpa del virus.

Dos conclusiones del informe:

– “Es probable que la crisis de 2020 revierta en poco tiempo muchos de los logros sociales que tardaron décadas en materializarse en América Latina y el Caribe. En las últimas dos décadas, la región ha visto reducirse a casi la mitad el número de personas que viven en la pobreza y aumentar el tamaño de su clase media.”

– En 2019, América Latina era una región predominantemente de clase media, con un 38 por ciento de su población, aproximadamente 230 millones de personas, que alcanzaba el estatus de clase media. Sin embargo, se prevé que este grupo socioeconómico haya disminuido hasta el 37,3 por ciento de la población en 2020, lo que supone una pérdida neta de 4,7 millones de personas de la clase media.

En Argentina, el impacto económico de la pandemia sobre la clase media se dio en varios niveles. Muchas personas no pudieron salir a trabajar, sobre todo autónomos, cuentapropistas o monotributistas. Ni hablar del sector informal. También se resintió el ingreso de las mujeres, en muchos casos obligadas a quedarse en su casa al cuidado de los hijos, que a su vez no pudieron asistir a la escuela durante buena parte del año pasado.

No obstante, el informe del Banco Mundial admite que sin medidas paliativas, la salida de la clase media podría haber alcanzado a más personas.

Por medidas paliativas, para el caso de Argentina, deben mencionarse, entre otros, al IFE, los bonos suplementarios para beneficiarios de la AUH y otros planes sociales, los ATP y la Tarjeta Alimentar, por ejemplo.

El daño sobre la Argentina fue tal vez más grave, en comparación a la mayoría de los países de la región, porque encontró al país con una economía que ya venía en recesión y con serios problemas de funcionamiento. Sin posibilidades de tomar deuda en los mercados de capitales, el gobierno se vio obligado a aumentar sustancialmente el gasto público para compensar -muy parcialmente- a los sectores económicos más golpeados por la cuarentena, tanto a las empresas como a sus trabajadores.

Una parte de ese gasto se financió con deuda en pesos, otra con pesos emitidos por el Banco Central.

La emisión monetaria del 2020 es lo que mantiene aún muy alta la inflación en 2021 y lo que explica una parte del ascenso de las proyecciones de la pobreza, que podría alcanzar el 50% hacia fin de año.

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