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Reviven gusanos tras 46.000 años congelados en el permafrost siberiano

Los científicos quieren entender cómo los gusanos sobrevivieron en condiciones extremas durante periodos de tiempo extraordinariamente largos.

En la época en que el poderoso mamut lanudo vagaba por la Tierra, hace unos 46.000 años, una minúscula pareja de ascárides quedó atrapada en el permafrost siberiano.

Milenios más tarde, los gusanos, descongelados del hielo, volverían a retorcerse y demostrarían a los científicos que la vida podía mantenerse en pausa, casi indefinidamente.

Derretimiento del permafrost cerca del río Kolyma, al suroeste de la ciudad de Chersky, en el Lejano Oriente ruso, en 2021. Foto Maxim Shemetov/ReutersDerretimiento del permafrost cerca del río Kolyma, al suroeste de la ciudad de Chersky, en el Lejano Oriente ruso, en 2021. Foto Maxim Shemetov/Reuters

El descubrimiento, publicado la semana pasada en la revista PLOS Genetics, ofrece una nueva perspectiva de cómo los gusanos, también conocidos como nematodos, pueden sobrevivir en condiciones extremas durante períodos de tiempo extraordinariamente largos, en este caso decenas de miles de años.

En 2018, Anastasia Shatilovich, científica del Instituto de Problemas Físicoquímicos y Biológicos en la Ciencia del Suelo RAS de Rusia, descongeló dos gusanos hembra de una madriguera fosilizada excavada por topos en el Ártico.

Los gusanos, que estaban enterrados a unos 40 metros en el permafrost, revivieron simplemente poniéndolos en agua, según un comunicado de prensa del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética de Alemania.

Los gusanos, llamados Panagrolaimus kolymaensis, por el nombre del río Kolyma en Rusia, donde fueron encontrados, se enviaron a Alemania para su estudio.

Las criaturas, cuya esperanza de vida se mide en días, murieron tras reproducirse varias generaciones en el laboratorio, según los investigadores.

Mediante datación por radiocarbono, los investigadores determinaron que los especímenes se congelaron hace entre 45.839 y 47.769 años, durante el Pleistoceno tardío.

Los gusanos, de unos milímetros de longitud, pudieron resistir temperaturas extremadamente bajas entrando en un estado de latencia denominado criptobiosis, un proceso que los investigadores del instituto han estado tratando de comprender.

ConclusióSegún Teymuras Kurzchalia, catedrático emérito del Instituto que participó en el estudio, no se conocía ningún nematodo que hubiera alcanzado ese estado de latencia durante miles de años seguidos.

Conclusión

“El principal mensaje para llevar a casa o resumen de este descubrimiento es que, en principio, es posible detener la vida durante un tiempo más o menos indefinido y luego reiniciarla”, dijo Kurzchalia.

Los investigadores identificaron genes clave en el nematodo que le permiten alcanzar el estado criptobiótico.

Los mismos genes se encontraron en un nematodo contemporáneo llamado Caenorhabditis elegans, que también puede alcanzar la criptobiosis.

“Esto nos llevó, por ejemplo, a comprender que no pueden sobrevivir sin un azúcar específico llamado trehalosa”, dijo Kurzchalia.

“Sin este azúcar, simplemente mueren”.

Aunque no hay aplicaciones prácticas claras para un conocimiento profundo de la criptobiosis, eso no debería ser motivo para detener la investigación, dijo Kurzchalia.

El descubrimiento de los semiconductores, o de la estructura de doble hélice del ADN, dijo, tardó décadas en producir un uso práctico, pero al final resultó revolucionario.

“Ése es el interés de la ciencia”, afirmó.

“Acabas en algún sitio que no suponías”.

La criptobiosis podría, quizá algún día, ser manipulada por el ser humano, añadió.

Otro investigador del estudio, el Dr. Philipp Schiffer, del Instituto de Zoología de la Universidad de Colonia, dijo que la aplicación más relevante de los hallazgos “es que en tiempos de calentamiento global podemos aprender mucho sobre la adaptación a condiciones ambientales extremas a partir de estos organismos, informando sobre estrategias de conservación y protegiendo los ecosistemas del colapso”.

El permafrost siberiano lleva mucho tiempo ofreciendo a la comunidad científica una ventana a organismos del pasado remoto.

Virus antiguos, cuerpos momificados y una serie de criaturas microscópicas han resucitado del hielo a lo largo de los años.

En medio de la pandemia de COVID, algunos han expresado su preocupación por desenterrar microorganismos antiguos, temiendo que hacerlo pueda tener consecuencias mortales para la humanidad.

Kurzchalia admitió que, en teoría, tal cosa era posible, aunque subrayó que el estudio de estos organismos se lleva a cabo en entornos estériles y controlados por laboratorios.

En opinión de Kurzchalia, una preocupación más prudente es la amenaza de que el calentamiento global descongele significativamente el permafrost de Siberia.

En ese caso, no habría control sobre lo que se reintrodujera en el mundo.

Aunque los antiguos gusanos del estudio murieron, ese resultado no era inesperado dado su ciclo vital, dijo Kurzchalia.

“La Bella Durmiente, cuando salió, no vivió otros 300 años”, dijo.

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