Carlos Rosales la compró hace un año, pero la crisis empeoró. Hoy busca un socio para afrontar una deuda de $ 15.000 millones.
La crisis de Garbarino parece no tener fin. Carlos Rosales, que compró la cadena en junio del año pasado, no logra resolver la feroz encrucijada de la que fue la principal cadena de electrodomésticos de la Argentina. El empresario, dueño también de la aseguradora Prof y dirigente de San Lorenzo, la tomó con una deuda estimada en $ 12.000 millones, 200 locales a la calle y 4.325 empleados. También controla Compumundo (46 locales) y 2 plantas en Tierra del Fuego: Digital Fueguina y Tecnosur. Un año después, al grupo le quedan 105 sucursales (muchas sin operar), otras 34 de Compumundo y unos 3.800 empleados.
Su futuro, hoy, es una verdadera incógnita. Este lunes, trabajadores de la compañía se movilizaron para reclamar por los salarios impagos, una marcha que arrancó en el Obelisco y terminó frente las oficinas de Prof, en el barrio de la Recoleta. “La situación es angustiante. A los empleados se les adeuda los sueldos de abril, mayo, junio y el aguinaldo y la empresa no da ningún tipo de respuesta“, señalan desde el Sindicato de Comercio, el gremio que encabeza el plan de lucha.
Mañana miércoles está prevista una nueva audiencia de conciliación entre la empresa y el sindicato que conduce el histórico Armando Cavalieri. Las últimas gestiones en la cartera de Claudio Moroni, fueron infructuosas. La mayoría de las tiendas de Garbarino están cerradas y tomadas por sus propios empleados en resguardo de sus fuentes de trabajo. “Hasta ahora, la empresa incumplió todas las promesas y el Gobierno lo único que logró es que la gente cobrara $ 22.000 del Repro”, dijo una fuente del gremio a Clarín.
El escenario es de absoluta incertidumbre. En la industria calculan que Garbarino adeuda hoy más de $ 15.000 millones, entre cheques rechazados, incumplimiento de pagos a proveedores locales e internacionales, bancos, financieras y propietarios de los locales. La situación es tan comprometida que algunos creen que la convocatoria de acreedores es inminente. “Pensamos que Rosales tenía otra espalda”, se lamentó uno de los proveedores habituales de la cadena, que reestructuró su deuda con el nuevo propietario.
Sin crédito, el conflicto gremial escala y llega al extremo sur del país. En Tierra del Fuego, las dos plantas que tiene Garbarino (Digital Fueguina y Tecnosur) están paralizadas desde hace 2 meses, también por falta de pago. Allí trabajan cerca de 250 operarios. En los últimos días, trascendió que Newsan negociaba un acuerdo para producir aires allí para retomar la actividad. “Eso también se complicó“, graficó una fuente al tanto de las conversaciones.
Una fuente cercana a Rosales admitió que la situación es compleja, pero aseguró que el grupo está muy cerca de arribar un acuerdo con un socio inversor, que aportaría el capital necesario para reactivar la operación. Aunque no lo identificó, dijo que las gestiones estaban muy avanzadas y que “mañana habrá novedades“. El antecedente más inmediato es que Rosales rechazó días atrás la oferta del único interesado en comprar la cadena: un grupo inversor liderado por el propietario de Supercanal Arlink, Facundo Prado.
Lo cierto es que la crisis de Garbarino sacudió a todo el mercado. El cúmulo de deudas se incrementó en forma notable. Sólo entre mayo y junio, Garbarino tuvo 944 cheques rechazados por un total de $1.652 millones por pago a proveedores y su deuda financiera ya supera los $ 4.000 millones. A esto habría que computar otros quebrantos, como sueldos y el alquiler de algunos locales. Un alto ejecutivo de la cadena indicó que muchos comercios cerraron, precisamente, por falta de pago.
Al igual que Garbarino, hay otra cadena de electrodomésticos que entró en crisis y cesación de pagos. Hace dos semanas y sorpresivamente, Ribeiro cerró todos sus locales, su portal eCommerce dejó de funcionar y sus dueños también están a la búsqueda de un comprador o un socio que aporte capital fresco. Nacida en San Luis hace 110 años y con fuerte presencia en el interior del país, a fines de 2018 Ribeiro contabilizaba 1.900 empleados y 85 sucursales, figuraba en el top five del retail especializado pero su futuro hoy es más que incierto.
Las dificultades de Ribeiro son muy similares a la de Garbarino, pero de diferente envergadura. “En los últimos años, el negocio se achicó el 50% en unidades, por lo cual la agonía de Ribeiro viene desde hace mucho tiempo”, explicó un alto ejecutivo de la industria de larga trayectoria.
La crisis de las dos cadenas modificó el panorama para un sector que se contrajo cerca del 50% por la caída de las ventas. Por ejemplo, en 2017 se despacharon 13,3 millones de celulares, que contrastan con los 6,7 millones del año pasado. La baja se contrapone con la notable expansión de las cadenas minoristas de los años previos y el notable despegue de la venta online impulsada por la pandemia. “Desde 2015 ya se advertía que sobraban metros cuadrados de retail”, interpretan en la industria.