Fabián Maestre se recibió de peluquero en 2018 y con la pandemia se quedó sin trabajo. En la cuarentena, organizó movidas solidarias para cortarle gratis el pelo a chicos de barrios vulnerables. Ahora cambia su servicio por ladrillos, arena, cemento y cal para terminar su hogar y vivir con su hija Ema, de tres años
No tuvo una infancia sencilla. La recuerda con una mezcla de dolor y orgullo. En la escuela primaria sufrió bullying de manera constante. Le decían tonto y sordo, por su hipoacusia bilateral diagnosticada a los cinco años. Usa dos audífonos desde entonces. Las burlas lo desarmaban. No quería seguir estudiando. Estaba desanimado, triste. Pero sus padres lo incentivaron a nunca abandonar. “No te preocupes hijo, que en esta vida recibís lo que das”, le explicaba su papá. A él, esa enseñanza le quedó grabada y la repite en diálogo con Infobae.
Así fue. Fabián Maestre superó los señalamientos. Terminó la escuela secundaria, obtuvo su título y salió a la vida. Hoy, a sus 25 años, es famoso en el Barrio Los Hornos, en La Plata, su lugar, donde se crió. Lo conocen como “el pelu solidario” porque le corta el pelo a los chicos de los comedores de la zona. No les cobra, claro. Incluso organiza eventos para que todos puedan aprovechar sus servicios gratuitos. El año pasado, atravesado por la pandemia y las necesidades, celebró el Día del Niño en una gran movida solidaria.
Ahora tiene un nuevo propósito. Planea terminar de construir la casa en la que vive con sus padres y su hija. Sandra es su mamá: tiene 48 años y está desempleada. Gastón es su papá: tiene 44 años y es mecánico. Conviven bajo el mismo techo de 50 metros cuadrados. La vivienda aún no tiene piso y le faltan terminaciones estructurales. “En mi piecita, que está al fondo hace mucho frío en invierno, es por eso que comparto el espacio con mi papás. A la noche tiró un colchón y dormimos los tres”, describe.
Hasta hace poco -si bien no era lo ideal- se conformaban con vivir en esas condiciones. Pero hace tres años nació Ema, su hija, que se queda en su casa los fines de semana. “Quiero que tenga un lugar en condiciones, como necesita, y para compartir tiempo juntos”, narra. Es por eso que desde hace una semana le surgió una idea: ofrece cortes en comedores de la zona (Chulitos, comedor mi Esperanza, club 19 de noviembre), en fundaciones o espacios que promuevan la solidaridad a cambio de materiales de construcción -ladrillos, arena, cemento, cal, lo que sea para terminar su casa-. “Ya se corrió la bola de la movida solidaria y me llaman de todo el país. No me da el tiempo para dividirme”, dice contento.
Un sueño de adolescente
Fabian heredó el oficio de su mamá. Sandra dejó el oficio hace unos años para dedicarse por completo a la crianza de sus dos hijos. “Cuando terminé el secundario ella fue la que me incentivó a seguir ese camino”, cuenta el flamante peluquero.
Empezó a cortar el pelo en 2018. Se anotó en un curso de peluquería, lo concluyó y luego continuó capacitándose. También aprendió a hacer alisados permanentes. Tuvo sus primeros clientes a domicilio, aunque no eran muchos. Pero pronto llegó la pandemia y sus ingresos mermaron.
En plena cuarentena, notó las carencias de su barrio. “Veía los chicos en las plazas, la gente pidiendo, desalineados y pensé que tenía que ayudar de alguna manera. Así que me acerqué a los comedores, primero como voluntario y después se me ocurrió lo de los cortes porque es lo que sé y puedo hacer”, relata.
Eligió el oficio de su madre y adoptó los valores del trabajo de su padre. “Es mi referente. Hizo de todo para que nunca nos faltara nada. Fue cartonero, vendedor y ahora es mecánico. Me acuerdo cómo llegaba tarde de trabajar o cómo resignaba salidas para juntar algo de dinero y sostener el hogar. Lo mismo pretendo hacer con mi hija, y con los chicos de la zona”, admite orgulloso.
Su sueño es cortarle el pelo a Carlos Tevez y Marcos Rojo, como amante del fútbol e hincha de Boca. Su máxima aspiración laboral es tener su propia peluquería -la llamaría Ema en homenaje a su hija- y desea, a su vez, fundar una fundación para impulsar la transformación social en los barrios vulnerables: “Quiero que acudan los niños, reciban estimulación, una buena alimentación y a la vez que se puedan cortar el pelo”.
Para colaborar:
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