La banda sonora que crean las aves es cada vez más silenciosa y menos variada por la disminución de especies debido al cambio climático.
La banda sonora que crean las aves es cada vez más silenciosa y menos variada por la disminución de especies debido al cambio climático, según un estudio que reconstruye por primera vez a gran escala los paisajes sonoros creados por las aves en más de 200.000 sitios en los últimos veinticinco años.
El trabajo, que publica la revista “Nature Communications”, ha desarrollado una nueva técnica que combina datos de seguimiento de aves obtenidos mediante observaciones de ciencia ciudadana, con grabaciones de especies individuales al aire libre.
El estudio concluye que la banda sonora de la naturaleza generada por los pájaros, que ya se ha demostrado que mejora la salud física y el bienestar psicológico de las personas, es cada vez más simple y poco heterogénea.
La investigación, que ha reconstruido los paisajes sonoros de más de 200.000 sitios en Europa y Norteamérica, ha sido dirigida por Simon Butler, de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), con la participación de Lluís Brotons, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).
Brotons atribuye la disminución generalizada de la biodiversidad e intensidad sonora de las aves sobre todo a los cambios en la composición de sus comunidades.
“El resultado indica que, debido a la disminución de especies de aves, la estructura acústica de los paisajes sonoros naturales generada por los pájaros es cada vez más simple y poco heterogénea”, según Brotons.
Estos resultados sugieren que la banda sonora compuesta por la naturaleza es cada vez “más silenciosa”.
El hombre necesita de los pájaros
De acuerdo con los investigadores, “una de las vías fundamentales a través de las cuales los seres humanos nos relacionamos con la naturaleza está en declive crónico, con implicaciones potencialmente amplias para la salud y el bienestar humanos”.
En la reconstrucción de los paisajes sonoros históricos, en la que participaron ornitólogos y científicos de centros e institutos de Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, España, Finlandia, Francia, Holanda, Noruega, Polonia, Rumanía, Suiza y República Checa, se utilizaron los datos de los recuentos anuales de aves de los enclaves de North American Breeding Bird Survey y Pan-European Common Bird Monitoring Scheme.
Estos datos los combinaron con las grabaciones de más de mil especies de Xeno Canto, una base exhaustiva de datos online que pone a disposición el piar de cantos y canto de aves de todo el mundo.
Los investigadores afirman que la relación entre los cambios en la estructura de las comunidades de aves y las características del paisaje sonoro resultante no es fácil de predecir.
Para Brotons, “dado que las personas oímos más que vemos las aves, es probable que la menor calidad de los paisajes sonoros naturales haga que notemos más el impacto de la actual reducción de la población de aves”.
Los investigadores ponen como ejemplo la pérdida de una especie como la curruca de los sauces, que entona un canto rico e intrincado, que probablemente tenga un mayor impacto en la complejidad del paisaje sonoro que la pérdida de una especie de córvido o gaviota estridente.
“Desgraciadamente, estamos viviendo una crisis medioambiental global, y ahora sabemos que la disminución de la conexión entre las personas y la naturaleza puede estar contribuyendo a ello”, advierten los investigadores, que creen que estudios de este tipo ayudan “a aumentar la conciencia de estas pérdidas de forma tangible y relacionable y demostrar el posible impacto en el bienestar humano”.