Se trata de la especie Meraxes gigas y fue hallado en Neuquén. Qué implica el estudio de sus extremidades diminutas para el conocimiento de la biodiversidad mundial
Hace más de 93 millones de años, un dinosaurio carnívoro de cabeza gigante, patas poderosas, y brazos muy cortos andaba por la Patagonia Norte en la Argentina. Devoraba dinosaurios herbívoros de cuellos largos. Pero cuando tenía 45 años, murió en una zona barrosa cercana a un río y sus restos se descompusieron en ese lugar.
Hace 10 años, un grupo de paleontólogos de la Argentina, Estados Unidos y Canadá tuvieron mucha suerte: en el primer día de una campaña de exploración dieron con los restos fósiles de ese animal, que es uno de los especímenes de dinosaurio más viejos del mundo.
Además, el individuo formaba parte de una especie que era desconocida hasta ahora. Se trata del esqueleto más completo conocido para el grupo de los dinosaurios que forman parte de la familia de los carcarodontosáuridos que habitó en diferentes regiones del mundo. Y su hallazgo lleva a gatillar una pregunta: ¿Por qué los dinosaurios gigantes tenían brazos tan cortos como los que tienen los humanos hoy en cuanto a tamaño? ¿Los usaban para ayudarse en la reproducción? ¿Para sostenerse al levantarse?
El fósil fue estudiado por un equipo de investigadores integrado por Juan Ignacio Canale, Sebastián Apesteguía (Conicet y Fundación Félix de Azara), Pablo Gallina, Jonathan Mitchell (Instituto de Tecnología de West Virginia, EE.UU), Nathan Smith, Thomas Cullen (del Field Museum, de Chicago, EE.UU. y la Universidad Carleton, Canadá), Alejandro Haluza, Federico Gianechini y Peter Makovicky. Los científicos contaron con el trabajo de la técnica de origen japonés Akiko Shinya, que es preparadora de fósiles y ha colaborado con el estudio de varios esqueletos de dinosaurios encontrados en el territorio argentino. Hoy publicaron los resultados del estudio en la revista Current Biology.
En 2012, los investigadores se habían reunido para preparar el viaje para explorar un campo privado ubicado a poca distancia de la costa norte del embalse Ezequiel Ramos Mexía, en la provincia de Neuquén, al sureste de la Argentina. Fue un trabajo que llevaron a cabo por un convenio entre el equipo paleontológico del Museo “Ernesto Bachmann” de Villa El Chocón, el Área de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y The Field Museum de Chicago. Tenían un mapa impreso el punto de dónde partiría la exploración y estaban dispuestos para recorrer muchos kilómetros.
Lo que nadie se esperaba es que el éxito de la campaña estaría muy cerca del punto de inicio proyectado. Empezaron con la prospección y pocos minutos después aparecieron, a pocos metros de distancia entre sí, esqueletos de dos dinosaurios herbívoros, un titanosaurio y, a no más de 20 metros, el esqueleto del enorme carnívoro casi completo que era desconocido y que hoy dieron a conocer. En ese momento, pusieron manos a la obra, que en el caso de los paleontológos implica ponerse excavar con técnicas delicadas para extraer los huesos sin dañar y tuvieron que regresar durante cuatro años.
“Tuvimos mucha suerte: ya en el primer día de la excavación encontramos los restos fósiles de Meraxes gigas. Es una especie que forma parte de la familia de los carcarodontosáuridos. Yo justo me había doctorado en 2010 con una tesis sobre esa familia. Por lo cual, me siento muy afortunado”, contó a Infobae el doctor Canale, investigador del CONICET y dirige el Área Laboratorio e Investigación del Museo “Ernesto Bachmann” de Villa El Chocón.
La extracción de los grandes huesos del animal tomó 4 campañas anuales de 2 a 4 semanas cada una. En cada campaña, participaron los autores del trabajo publicado en Current Biology y además técnicos y estudiantes de la Universidad Nacional de Río Negro.
La especie se llama Meraxes gigas. Así lo decidieron los científicos. Por un lado, el género “Meraxes” se refiere al nombre de un dragón creado en la serie de libros “Canción de Hielo y Fuego” del escritor George R.R. Martin. Esos libros fueron llevados a la televisión con la mundialmente conocida serie “Game of Thrones” (Juego de Tronos). En la historia épica de fantasía, Meraxes es uno de los tres dragones que cabalgan los hermanos Targaryen en su conquista de Poniente. Por otro lado, el nombre de la especie es gigas, que significa “gigante” en griego. Esto se debe al enorme tamaño de la nueva especie.
Meraxes gigas era unos 2 metros más chico que el Giganotosaurus carolinii, el más grande de los terópodos conocidos (y ahora uno de los dinos “protagonistas” de la película Jurassic World: Dominion). Medía unos 11 metros de longitud y pesaba más de cuatro toneladas (4200 kg).
Su cabeza era enorme. Tenía huesos muy ornamentados con protuberancias, crestas y surcos, y sus dientes del tamaño de cuchillos. El hueso sacro de su cadera poseía una forma curiosa, como si fuera una silla de montar. “Sus patas eran poderosas y su segundo dedo era rematado por una poderosa garra, que recuerda vagamente a la de los velociraptores o la de las chuñas, aves cazadoras que viven en el norte argentino”, comparó el doctor Apesteguía en diálogo con Infobae.
Pero lo más sorprendente eran sus brazos cortos. En tamaño eran similares a los de los seres humanos adultos. “A partir del hallazgo de Meraxes, se puede observar que los dinosaurios de la familia de los carcarodontosáuridos tenían brazos muy cortos. Los huesos de los brazos son muy robustos, pero cortos. Alguna función cumplían. Probablemente no los usaban para depredar a otro animal. Capturaban con la boca”, señaló Canale.
El popular dinosaurio Tyrannosaurus rex, que habitó en el hemisferio Norte, también tenía brazos cortos y es una característica que siempre ha llamado la atención. Pero no era pariente cercano de Meraxes gigas.
“Sobre la función de los brazos cortos, es un debate que difícilmente se pueda saldar. Nosotros intentamos estudiar el patrón evolutivo de Meraxes gigas. Diferentes grupos de dinosaurios terópodos, incluyendo a los carcarodontosáuridos, los abelisaúridos y tiranosaúridos, adquirieron características similares de manera independiente: el aumento del tamaño corporal, las cabezas más grandes y los brazos cortos. Hay una convergencia entre los tres grupos, pero se dio de manera independiente”, afirmó Canale.
Como se sabe la evolución de las especies no tiene una finalidad. Sucede por ensayo y error. “La reducción de los brazos podría ser el subproducto del desarrollo tan grande de la cabeza. Se ha planteado que los brazos les permitían levantarse del suelo o mantenerse con la hembra para la cópula -comentó Canale-. Necesitaríamos una máquina del tiempo para volver atrás y aclarar este debate, que seguirá”.
En tanto, Apesteguía recalcó que “la evolución no necesita conducir a nada. A veces solo son accidentes evolutivos que, por no ser perjudiciales, permanecen”. En el caso de los brazos cortos, “es posible que ayudaran a los machos a mantenerse sobre las hembras durante la cópula. Incluso hay quienes habían propuesto que los pequeños brazos de Tyrannosaurus rex les servían para desgarrar presas. También se ha propuesto que los utilizaban como ayuda para levantarse del suelo al estar echados. En realidad, no lo sabemos con certeza. Lo cierto es que los brazos de Meraxes son proporcionalmente tan cortos como los del Tyrannosaurus rex y los abelisaurios como Carnotaurus. En esos tres grupos de dinosaurios carnívoros se correlacionan el gran tamaño corporal con el acortamiento de los brazos y el aumento del tamaño del cráneo”.
Consultada por Infobae, Mariela Fernández, paleontóloga e investigadora adjunta del Instituto INIBIOMA del Conicet en Bariloche, dijo: “El estudio publicado en Current Biology presenta un nuevo dinosaurio que se encontró en Argentina en la Formación Huincul. Como su esqueleto está bastante completo, el esqueleto de Meraxes gigas nos aporta mucha información nueva. Este dinosaurio es bastante evolucionado. Los investigadores hallaron uno de sus brazos casi completo, y permite observar similitudes con otros grupos no emparentados”.
“Hay una tendencia al acortamiento de los brazos como en el Tyrannosaurus rex pero son convergencia. Eso quiere decir que no hay origen común, no hay parentesco, pero evolucionaron igual que el otro grupo de carnívoros que luego dieron origen a las aves. Esos brazos en el otro grupo van a evolucionar en un ala”, dijo Fernández, quien no participó en el estudio del Meraxes gigas.
Además, el cráneo de Meraxes –según la doctora Fernández- “permite que se pueda reconstruir mejor otros cráneos incompletos de dinosaurios carnívoros de la Patagonia como el Giganotosaurus. Esta nueva especie de dinosaurio nos da mucha información sobre la evolución de este grupo de carnívoros llamados Carchadontosaurios, indicándonos que hacia finales del Cretácico (justo el momento antes de extinguirse) este grupo se estaba diversificando. Este grupo tenía varias especies con diferentes ornamentaciones en el cráneo, que posiblemente eran indicadores dentro de la especie de señalización social”.
La investigación contó con el financiamiento de la National Geographic Society, la Municipalidad de Villa El Chocón, la Fundación Azara, The Field Museum y la Fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos y la Agencia I+D+i, que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Argentina. Los materiales fósiles de Meraxes gigas ya están preservados en el Museo Municipal de Villa El Chocón ‘Ernesto Bachmann’, Neuquén. Pronto, ese museo tendrá una exposición con una réplica del cráneo y la pata. También se mostrarán huesos originales en vitrinas.