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Molusco contagioso: qué es y cómo se trata esta afección en la piel de los niños

Infección en la piel benigna y autolimitada, se trata de protuberancias que pueden diseminarse rápidamente.

Conocer las afecciones que pueden padecer los más chicos siempre trae calma. Si bien pueden generar preocupación los distintos tipos de erupciones en la piel, si se trata de molusco contagioso no hay nada que temer: es de fácil tratamiento, y no tiene el potencial de generar grandes inconvenientes.

De la familia de las verrugas, se trata de una infección cutánea viral que produce protuberancias redondas, indoloras y firmes, cuyo tamaño varía y puede ser como la cabeza de un alfiler o la goma de borrar de un lápiz. Suelen aparecer de a grupos (entre 2 y 20), y se ven como pequeños granitos que se van contagiando a otras parte de la piel.

Si bien pueden presentarse en todas las etapa de la vida, tienen un pico de incidencia entre los dos y los tres años, y entre los diez y los doce.

Al rascarse, los chicos inoculan el virus a otra parte de su cuerpo. Foto Shutterstock.

Al rascarse, los chicos inoculan el virus a otra parte de su cuerpo. Foto Shutterstock.

“El molusco contagioso es una infección común de la piel en niños. Es benigna y autolimitada, ocasionada por un poxvirus, el virus moluscus. Produce unas lesiones en las capas superficiales de la piel redondeadas, sobreelevadas como un granito, color piel o rosado”, explica Lucila Fernie, jefa del servicio de pediatría del Hospital Británico.

Otras especificaciones respecto a su forma y tamaño: de manera excepcional pueden medir hasta 20 milímetros, aunque lo más habitual es que sean más pequeños: de entre 2 y 5 milímetros de diámetro.

“Pueden tener un halo enrojecido alrededor, son a veces muy pequeños, de apariencia brillante y tienen como característica una pequeña umbilicación central”, agrega.

Respecto a las zonas del cuerpo en las que suelen aparecer, la profesional especifica que puede ser en cualquier parte, aunque con más frecuencia se encuentran en el rostro, el tronco o las extremidades, especialmente en los grandes pliegues. No suelen aparecer en planta y palmas, por lo que de encontrar estas lesiones en esas zonas debe evaluarse si se trata de “otras entidades”.

¿Cómo se trata?

“Hay diferentes opciones para el tratamiento, es importante evaluar a cada niño en forma individual. La terapéutica depende del número de lesiones, la localización de las mismas, del estado de la piel, el tiempo de evolución y si se están reproduciendo con mucha velocidad”, detalla.

Y explica que el molusco tiene una evolución natural de dos a tres años, y, de estar en zonas que no molestan a los chicos, algunos profesionales prefieren esperar que espontáneamente desaparezcan en lugar de tratarlos.

Existen tratamientos tópicos o también pueden extirparse por un método simple de curetaje (raspado de la superficie de la piel) que requiere de anestesia local con crema para evitar la molestia del procedimiento.

Un virus contagioso

Es importante saber que es común que algún molusco persista por tiempo prolongado, y que por autoinnoculación se vuelvan a propagar, ya que el contagio se produce por contacto directo.

Dado que los chicos se los tocan para rascarse, autoinoculan el virus en otra parte del cuerpo sin darse cuenta. Por eso, la especialista resalta la importancia de no compartir toallas entre los más pequeños. Pero ¿por qué se rascan si el molusco no duele, no pica, ni molesta?

Los especialistas aconsejan no compartir toallas ni objetos personales. Foto Shutterstock.

Los especialistas aconsejan no compartir toallas ni objetos personales. Foto Shutterstock.

“En general los chicos tienden a tocarlos cuando están en zonas de exposición, y cuando aparecen varios en un mismo lugar pueden generar inflamación de la piel. A esto se lo llama dermatitis”, expone Fernie.

La dermatitis que puede llegar a generarse es la que inicia una suerte de círculo vicioso: “Produce intensa picazón, con el consecuente rascado por parte del niño, lo que predispone a su vez a la sobreinfección de la piel, y la necesidad de indicar, en ocasiones, tratamiento específico con antibióticos locales o vía oral”, se explaya.

Se cree que las inflamaciones que se generan con el rascado son una respuesta inmunitaria a la infección. Las infecciones que se generan en los párpados pueden producir una conjuntivitis.

A su vez, los niños llegan a veces a autoextirparlos si se los rascan con mucha fuerza dejando una mínima lesión en la piel.

Pautas de prevención

¿Puede evitarse su aparición? “La prevención se basa en mantener la barrera cutánea sana, por lo tanto se recomienda a todos aquellos niños que tienen piel seca o inflamada que realicen el tratamiento con emolientes en forma diaria. La piel sana presenta menor índice de contagios”, recomienda la profesional.

Por otro lado, pueden establecerse estas medidas para minimizar las chances de contagio de persona a persona:

– Lavarse las manos. Mantener las manos limpias puede ayudar a prevenir la transmisión del virus.

– Evitar tocar las protuberancias, ya que si se manipulan las zonas infectadas también se puede expandir el virus.

 No compartir los objetos personales. Esto incluye la ropa, las toallas, los cepillos de pelo u otros elementos personales.

– Cubrir las protuberancias. Pueden taparse con ropa cuando se está cerca de otras personas, para evitar el contacto directo. Al nadar, pueden cubrirse las protuberancias con un vendaje impermeable.

Estas recomendaciones cobran especial importancia en piletas de natación, ya que si bien no se sabe con certeza si el virus  se puede diseminar en el agua clorada de las piscinas, los expertos sospechan que es más probable que los nadadores transmitan el virus mediante el uso compartido de toallas; equipamiento como tablas de nado; o el contacto cutáneo.

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